26 de octubre de 2018

Día 8: Un paseo por las nubes y la levada de Caldeirão Verde

Otra mañana más, amanece en Funchal con nubes bajas. ¡Ouch! Como ya no podemos posponerlo más ya que hoy es el último día con coche, nos dirigimos hacia el Pico do Areiro, ¿podremos disfrutar de su mirador?

Una carretera con curvas nos conduce hasta el aparcamiento del pico. En este momento nos damos cuenta de cómo de caprichosa es la meteorología de la isla: en Funchal nubes muy bajas, durante el trayecto niebla espesa, hasta que de repente, se sobrepasa el nivel de las nubes y nos encontramos bajo un cielo azul y despejado, con un mar de nubes a nuestros pies. ¡Simplemente espectacular!


La temperatura baja drásticamente con respecto a Funchal, así que es conveniente que subáis con ropa de abrigo.

La vereda do Areiro (PR1) es un vertiginoso camino panorámico que une los tres picos más altos de la isla: el Pico Ruivo, el Pico de las Torres y el Pico do Areiro. Se califica como muy difícil: sendas muy estrechas, en parte escalonadas, en parte pedregosas y con un empinado ascenso. Aunque inicialmente no teníamos previsto recorrerla, el primer tramo hasta el mirador do Ninho da Manta nos parece asequible, ¡llegó la hora de caminar sobre las nubes!


Como a los dos nos caracteriza nuestra paciencia y no tenemos ninguna prisa, esperamos en el mirador durante treinta minutos, observando hipnóticamente el baile de nubes, hasta que el camino vuelve a estar completamente despejado.



Otro de los miradores imprescindibles de Madeira se encuentra en Ribeiro Frio. Para llegar hasta él hay que seguir un sencillo sendero (PR11), sin apenas desnivel y con un trayecto de 3km (ida y vuelta), que acompaña la levada da Serra do Faial. Esta ruta es ideal para un primer contacto con el mundo de las levadas.

Aparcamos el coche enfrente del bar en el que hace unos días nos resguardamos de la lluvia. Muy cerca de la parada del bus, un cartel de madera nos indica la dirección a seguir.

Si el día está despejado, desde Balcões podemos admirar los picos más elevados de la isla. ¡Guau!



Junto con la levada de las 25 Fuentes, la levada de Caldeirão Verde (PR9) es otra de las más espectaculares de la isla. Vamos un pelín justos de tiempo, que en noviembre anochece pronto, así que decidimos acortar la ruta y empezar desde el Parque Forestal de Queimadas. Estamos quince minutos dando vueltas como bobos porque no conseguimos encontrar el Caminho Queimadas. ¡Aaaaargh! Vísteme despacio que tengo prisa. Si yo juraría que en algún momento (de este viaje) he visto una señal hacia "Queimadas". Efectivamente, cuando ya vamos a darnos por vencidos, encontramos dicha señal a la entrada de Santana, pasado el Continente, primer desvío a la derecha.

El aparcamiento es demasiado pequeño, así que si no tenéis hueco, deberéis volver por donde habéis venido. Con todos estos retrasos, no tenemos apenas tiempo para comer, así que preparamos rápidamente nuestros bocatas y los comemos según iniciamos la marcha.

Dos casas tradicionales con sus tejados a dos aguas nos invitan a entrar en este mundo de cuento. Bosques exuberantes, laurisilva, hayas,... en los que descubrimos una completísima gama de verdes, desfiladeros y túneles excavados en la roca que nos conducen a un entorno mágico presidido por una cascada.


Los principales escollos de esta ruta (quitando la estrechez de algunos tramos y el vértigo) son los cuatro túneles que hay que atravesar.

¡No olvidéis una linterna o un frontal para realizar esta levada!

Al principio el camino es ancho y cómodo, pero se va estrechando a lo largo de la ruta.



A pesar de que el primer túnel es de sólo 20m, está completamente oscuro porque hace una curva en su centro. Al haber llovido estos días el segundo túnel está un poco inundado, hay que llevar mil ojos para no meter el pie en el agua. Algunas veces nos resulta más cómodo andar por encima del muro de la levada. El tercer túnel es estrecho y con el techo bajo, aquí sí que se ha acumulado agua, ¡cuidado con la cabeza! Una vez atravesado el último túnel, la levada se adentra en la garganta de la Ribeira Grande. Quince minutos después descubrimos una cascada que cae en una charca, sobre las paredes verticales de una impresionante caldera. ¡Qué bonito!



Disfrutamos los dos solos de este rincón idílico, y es que todos los senderistas con los que nos hemos cruzado vuelven hacia sus coches, nadie viene en nuestra dirección.

Un desvío nos indica cómo llegar hasta Caldeirão do Inferno, una levada mucho más compleja, pero de la que nos hubiera gustado recorrer un tramo. Llegamos al Parque das Queimadas justo antes del anochecer. ¡Por los pelos!

A paso ligero, con una parada de quince o veinte minutos a hacer fotos, tardamos 3,5 horas (13km).

¿Os acordáis del mirador do Pináculo (en São Gonçalo) que se nos resistía y nunca encontramos? ¡A la tercera va la vencida! Una vista nocturna fabulosa sobre Funchal, iluminada con luces de Navidad. ¿Os habéis fijado en los cruceros amarrados en su bahía?



Al ser nuestra última noche en el apartamento decidimos cenar aquí y terminar con nuestras provisiones. Mañana devolveremos el coche y nos mudaremos al Hotel The Vine. Aún nos quedan tres días completos para disfrutar de Funchal a un ritmo más tranquilo.

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