22 de marzo de 2017

Día 4: Un museo etnográfico, un rodelbahn y dos pueblos de cuento

Comenzamos la mañana desplazándonos a Gutach para descubrir el museo al aire libre de la Selva Negra. Es fácil llegar con un GPS y en caso de que no contéis con uno, podéis seguir los letreros del pueblo hasta el Schwarzwälder Freilichtmuseum Vogtsbauernhof. Y para los que queráis ir en transporte público, ¡tiene incluso su propia parada de tren!

Como queríamos aprovechar el día al máximo, a las 9 estábamos a la puerta comprando las entradas (9€/persona). ¡Se nota que los alemanes no son madrugadores! Pudimos disfrutar de la visita casi en solitario durante la primera hora.


El museo está formado por seis casas típicas y tradicionales de distintas zonas de la Selva Negra, que han sido trasladadas piedra a piedra desde su ubicación original, además de molinos, graneros, aserraderos, establos... Aparte de la visita al interior de todas las casas, en las que podréis ver artículos relacionados con la vida cotidiana en estos pueblos, hay demostraciones de artesanía, de funcionamiento de un molino o de cocina de humo negro.


Aunque algunos podáis pensar que está enfocado para niños, creemos que los adultos podemos disfrutar como enanos, conociendo de manera interactiva la forma de vida y trabajo de la zona. Hay bastantes paneles explicativos en distintos idiomas (también en español).

¿Queréis saber el por qué de la forma de sus tejados? ¿Descubrir que se accede por la puerta de entrada, subes hasta el pajar y puedes salir directamente por el tejado a ras del suelo? ¿Qué el color de las borlas de los sombreros típicos diferencian si una mujer está soltera o casada? Creemos que es la mejor manera de viajar por la historia, arquitectura, tradición y costumbres de esta región. Si queréis verlo completo, tendréis que reservar toda la mañana o tarde. 


Justo al lado de este museo, se encuentra el rodelbahn de Gutach, así que tras casi cuatro horas descubriendo la cultura de la Selva Negra, nos dirigimos hacia allí.

Seguro que os estaréis preguntando qué es un rodelbahn... Es una especie de trineo que va sobre unos raíles en la ladera de una montaña. Como en un remonte, te suben a lo alto de la montaña para descender a la velocidad que tú quieras, que puedes controlar con unas palancas a los lados (¡frenos!).


¡Una experiencia recomendable por 3€ (1 viaje) o 14€ (6 viajes)! 

@sommerrodelbahn-gutach.de

Nunca nos acostumbraremos a estos horarios... Ya eran las dos, así que decidimos comer directamente en el kiosco, ya cenaríamos más fuerte. Nada del otro mundo, "comida rápida", pero bastante económica, por 8,5€ comimos una porción de flammkuchen, currywurst con patatas fritas y cerveza.

Nuestro siguiente destino sería el escenario de la película de Charlie y la fábrica de chocolate, un pueblo llamado Gengenbach.  Conseguimos aparcar a 5 minutos a pie de la puerta Kinzig, en un parking gratuito con 5 huecos bien delimitados ¡qué suerte!


Aunque el pueblo es pequeño, nunca está de más tener un plano con un itinerario recomendado. Este paseo, incluyendo paradas, dura en torno a 2 horas.


El circuito comienza en el Ayuntamiento, que presume de ser un calendario de Adviento. Las 24 ventanas se van abriendo día tras día hasta llegar a la Navidad.



En el suelo encontramos marcas que nos guiarán a través del pueblo y sus callejuelas. ¡Este trayecto coincide con el recorrido inicialmente planteado! 

Parece un pueblo sacado de un cuento, con sus casas de entramados de madera, decoradas con preciosas flores. Tenéis que callejear por las calles Engelgasse y Höllengasse, para descubrir rincones únicos y pintorescos.


También nos topamos con la otra puerta de acceso al casco histórico, Obertortum.


Continuamos nuestro paseo hasta llegar a la iglesia de Santa María, con una elegante torre barroca.


Os recomiendo que si tenéis la oportunidad, entréis, os impresionará la belleza y el colorido de su interior, muy difícil de describir con palabras.



Terminamos nuestro paseo comiendo un rico helado en una placita (3,6€). Deshacemos el camino andado hasta el coche y nos dirigimos hacia Schiltach

Las primeras imágenes que nos deja el pueblo son las típicas casas con entramados de madera (en este caso de colores), cargadas de flores y dispuestas a lo largo de los canales. 


Apenas nos cruzamos con gente por la calle, y eso que sólo eran las seis de la tarde. Una empinada cuesta nos lleva hasta la Plaza del Mercado, donde nos encontramos el Ayuntamiento. Mediante una serie de murales se explican hechos relevantes de la historia del pueblo. 


Otro pueblo pintoresco, que recorrimos en algo menos de una hora.



Como se acercaba la hora de cenar (alemana), fuimos de vuelta a Triberg, que por ser un pueblo algo más grande que Schonach, pensábamos que tendría más oferta de restauración. Como los pocos sitios que vimos no nos convencieron, volvimos al restaurante de la noche anterior, donde por 24,4€ cenamos como reyes (dos personas).

Y para relajarnos después de todo el día, ¿qué mejor que un chapuzón en la piscina?