16 de febrero de 2017

Día 3: Una ruta por la Schwarzwald Panoramastraße

Para este día nos habíamos planteado una ruta por la Schwarzwald Panoramastraße o lo que es lo mismo, la ruta panorámica de la Selva Negra, con un único objetivo, conocer los pueblos pequeños que recorre la carretera y disfrutar de los paisajes.

Tras tomar un buen desayuno en la terraza del apartamento (¡qué buenas vistas!), nos ponemos en marcha. Nos dirigimos a la primera parada, Waldkirch

Una de sus señas de identidad es el castillo en ruinas que corona el pueblo.


Nos acercamos a la oficina de turismo, en la que sólo hablan en alemán... cada vez tenemos más claro que en esta zona sólo veranean alemanes. Como no nos hicimos entender, cogimos un plano y callejeamos por el pueblo.

Entramos en la iglesia de St. Margarethen del s.XVIII.



Era día de mercado, por lo que la Marktplatz estaba muy concurrida. Predominaban los puestos de fruta, todo con muy buena pinta, así que aprovechamos para comprar unas ricas frambuesas.

Muy original el "letrero" del ayuntamiento... 


...y la siguiente fuente que estaba escondida en una placita. 


En poco más de una hora recogimos el coche, destino Sankt Peter. ¿Cuáles son los atractivos de este pequeño pueblo? Una iglesia barroca y su biblioteca rococó.

¿Os gusta el ajedrez? Antes de entrar en la iglesia podéis echar una partidita en un ajedrez a tamaño natural que está justo a la puerta.


Merece la pena entrar en su interior y apreciar el altar, con estatuas decoradas con oro, los frescos o el órgano.



Aunque lo que debe ser realmente impresionante es su biblioteca rococó. Si tenéis la oportunidad, y sois capaces de ajustaros a los horarios de visita no dejéis de verla.

Ya era la hora de comer para los alemanes, y teniendo en cuenta que estos pueblos no son excesivamente turísticos, decidimos dar una vuelta en busca de algún sitio para comer. Un poco alejados de la plaza principal, encontramos el Gasthaus Bürgerstüble, donde por 28€, comimos como dos señores dos platos principales.


El paisaje por el que transcurre toda esta carretera es impresionante, bosques cerrados y oscuros (no me quiero imaginar como puede ser conducir por aquí en invierno) combinados con colinas verdes y pueblos con casas de cuento.

Un repecho de la carretera nos deja la siguiente imagen de Sankt Märgen, dominada por las torres gemelas de una iglesia barroca.


Aparcamos el coche detrás del cementerio, que nos dio la impresión de ser un jardín muy bien cuidado.


En cada una de caras exteriores de las torres hay un reloj (un total de 6), algo que permite ver la hora desde cualquier parte del pueblo, curioso ¿no?


Al entrar, nos sorprende ver un techo plano lleno de frescos, y no las típicas bóvedas.


¡Qué bonito el edificio del Cafe Golden Krone! No os perdáis tampoco la estatua modernista del caballo.


Nos dirigimos hacia Breitnau para hacer una ruta de senderismo, Ravennaschlucht o garganta de Ravenna. A pesar de ser septiembre, estos días están siendo muy calurosos, así que agradecemos poder pasear por un bosque taaaan sombrío. ¡Qué paz y tranquilidad se respira!


Durante todo el camino seguimos el cauce del arroyo Ravenna y pudimos ver distintos saltos de agua. La ruta apenas tiene desnivel y es muy sencilla de hacer, lo que no quiere decir que no vayáis preparados con calzado apropiado para andar. 


¡Qué mejor manera para descansar que tomar una cerveza en el lago Titisee! Si entráis en el pueblo os daréis cuenta de que es muy turístico. Toda la zona alrededor del lago es zona azul. Por suerte, llegamos justo media hora antes de que se terminase la zona azul, como la primera media hora de estacionamiento es gratis, pudimos aparcar relativamente cerca de la calle principal.

Lo prometido es deuda, ¡una cerveza y un refresco! Aunque podéis pensar que la broma puede salir cara, sólo fueron 4.80€. ¡Y con esas vistas!


Dimos un paseo alrededor del lago y otro por la calle principal, que ha perdido su encanto debido a todas las tiendas de souvenirs, restaurantes, hoteles...


¡Qué chulo el "emblema" de este restaurante!


Aquí se hace demasiado temprano la hora de cenar, pero la dueña del apartamento nos recomendó un restaurante en Schonach que ¡deja de servir cenas a las 21h!, así que dejamos el lago natural más grande de la Selva Negra y nos dirigimos hacia Schonach, al Gasthof Wilhelmshöhe. Una botella de agua, una ensalada con calamares a la romana y un plato de bratwurst por 23€.

 

Se nos hizo tarde y no pudimos darnos un chapuzón en la piscina... ¿Qué nos depararía el día siguiente? ¿Sobreviviríamos a la experiencia del rodelbahn?

7 de febrero de 2017

Día 2: Una mañana en Estrasburgo y una tarta en Selva Negra (II)

En tan sólo 40 minutos llegamos a nuestro destino, un pequeño pueblo en la Selva Negra llamado Sasbachwalden. ¿De cuento? ¿Pintoresco? ¿Encantador? ¿Florido? No encuentro un calificativo adecuado para describirlo... 

La carretera principal cruza el pueblo y la atravesamos con los ojos como platos. ¡Qué bonito, qué florido está todo! Aparcamos el coche en el parking de la oficina de turismo, enorme para el tamaño del pueblo. Allí nos atendió una muchacha muy agradable, que nos explicó (en un perfecto inglés) qué podíamos ver en la zona, rutas de senderismo para hacer y dónde podíamos comer la tarta Selva Negra más grande de la región. Además, nos regaló dos pequeñas botellas del licor de cerezas con el que se hacen dichas tartas (¡del tamaño perfecto para llevar en la cabina del avión!).

Nos propuso la siguiente ruta, de aproximadamente una hora. 

@sasbachwalden.de

Decidimos hacer el paseo en sentido antihorario, así que primero nos encaminamos hacia la zona de viñedos.


@sasbachwalden.de

Nos resulta curioso encontrarnos por el camino con neveras (¡que se pueden abrir!) llenas de botellas de vino y licor para servirse y pagar tras beber... sin necesidad de estar vigiladas. 

Otra vez en el pueblo, disfrutamos de rincones con encanto, casas con entramados de madera y fachadas repletas de flores. ¡Qué bonito es todo!


Nos sentamos a descansar en un banco de madera donde comimos con ganas una ensalada de arroz y un bocata. ¡Menuda sensación de paz y tranquilidad! En todo el recorrido apenas nos cruzamos con gente...

Teníamos claro dónde íbamos a tomar el postre. Así que recogimos nuestro coche (no, el hotel restaurante no está exactamente en el pueblo) y nos dirigimos hacia allí. Para los más golosos os indico la dirección: Gästehaus Spinnerhof, en Am Schloßberg, 8.

Allí fue donde nos dimos cuenta que en esta zona muy poca gente habla inglés o francés (el español dábamos por descontado que no lo hablarían). La mayor parte de su turismo es alemán, y eso que está a menos de una hora de la frontera con Francia.

Mmmmm a ver cómo nos entendemos, con estos nombres que son impronunciables... Menos mal que sobre una mesa estaba una tarta enorme y por señas nos entendimos. ¡Ñaaaaaaaam!

Presumen de hacer la tarta más grande de la Selva Negra y lo reconozco, el pedazo es mortal. El plato es grande, no es un plato de postre. A duras penas pudimos terminar el trozo entre los dos. ¡Qué rica! ¿Precio? 4€, sentados en una terraza desde la que podíamos ver el paisaje. ¡Esto sí que es vida!


Más de uno nos pidió permiso para hacer una foto a la tarta, a otros se les antojó y terminaron pidiendo una. ¡Menuda pinta!

Queríamos recorrer la carretera panorámica Schwarzwaldhochstrasse, así que aunque no era el camino más rápido para llegar hasta nuestro alojamiento en Schonach, decidimos hacer un tramo, haciendo una primera parada en el lago Mummel.

Como teníamos que bajar la tarta, nos planteamos hacer una pequeña ruta de senderismo. Nos rodeaba un paisaje característico, con los pinos muy juntos, muy sombrío y oscuro, ya sabemos el por qué del nombre de esta zona... Decidimos seguir un camino que nos permitió ver el lago desde arriba. ¡Qué paisaje más chulo!


En Schonach nos esperaba la dueña de los apartamentos, que nos estuvo enseñando la casa, las instalaciones (piscina cubierta) y dándonos información de la zona.

Para relajarnos, después de todo el día dando tumbos, nos pegamos un buen chapuzón en la piscina, que por suerte cerraba a las diez de la noche. ¡Sí que nos ha dado de sí el día!