31 de agosto de 2018

Día 3: Miradores en Oporto y aterrizaje en Madeira

¡Hoy sí que toca madrugar para aprovechar la mañana! Aunque ayer desayunamos fabulosamente en Dama Pé de Cabra, no podemos esperar hasta las 9:30 que abre, así que decidimos tomar un desayuno rápido en el Café Tropical, en la misma Praça da Batalha. Un café, un colacao y bollería variada de obrador por 4,55€

El día está completamente despejado, ¡perfecto para admirar las vistas de Oporto! Nos ponemos en marcha hacia el Monasterio da Serra do Pilar. Desde la plataforma superior del puente de Don Luis I tenemos una panorámica de postal, que no tiene nada que envidiar a su imagen nocturna. Contemplamos su peculiar belleza, por un lado la Ribeira con sus fachadas coloridas, por el otro, Vila Nova de Gaia y sus bodegas, mientras que barcos rabelos surcan el Duero.


Dos estampas muy semejantes se inmortalizan desde un mirador "improvisado" en la entrada del teleférico y desde el Jardim do Morro. A nuestra izquierda, sobre un promontorio, se alza el monasterio. Un sitio privilegiado para tomar mil y una instantáneas de la ciudad.

Desde aquí se puede ver el tramo mejor conservado de las murallas fernandinas, entre el puente de Don Luis I y el funicular, que como en muchas otras ciudades se derribaron para permitir crecer la urbe. 



Retrocedemos sobre nuestros pasos hasta la Torre de los Clérigos. Desde esta torre campanario se obtiene una de las mejores vistas panorámicas a 360º de Oporto. Y es que su silueta es visible desde casi cualquier punto de la ciudad. Incluso hubo una época en la que los barcos que navegaban por el Duero lo utilizaban como punto de referencia.

Aunque la iglesia se puede visitar gratuitamente, subir a la torre cuesta 4€.

¡Sólo 225 escalones nos separan de su mirador! Durante el ascenso podemos hacer paradas en hasta seis niveles para descubrir estancias destinadas a la vida cotidiana de la Hermandad de los Clérigos (que se han musealizado) y distintas exposiciones. También podemos observar la iglesia en todo su conjunto desde una galería superior, desde donde se aprecia mejor la forma elíptica de la nave.



Desde el estrecho corredor del mirador se pueden reconocer los edificios más emblemáticos de la ciudad. ¡Las vistas son espectaculares!



Tenemos hasta las 12 para abandonar el hotel. Como el aparcamiento está pagado y no hay llaves físicas que devolver, ni necesidad de pasar por recepción, sobre las 11 subimos a nuestra habitación para recoger todo.

Si pensábamos que era difícil entrar al aparcamiento del hotel, salir también se puede convertir en una odisea. Hay un punto en el que el techo está a dos niveles y puedes llegar a abollar la carrocería si te desvías hacia la parte baja. ¡Cuidado, restos de pintura lo demuestran! Conseguimos salir sanos y salvos sin rayar el coche. ¡Menos mal que no hemos tenido que desplazarnos estos días con él!

Nuestro vuelo despega a las 13:45, así que tenemos tiempo de sobra para encontrar el aparcamiento y prepararnos para el embarque. No hay tráfico, por lo que llegamos en 20 minutos, sumando otros 5 hasta que localizamos el parking. Hemos reservado online en el aparcamiento oficial del aeropuerto. Elegimos el P4 (Low Cost Plus), que tiene una zona cubierta, a 5 minutos andando de la terminal de salidas, por 60€ los 8 días y medio.

¿Sabíais que el aeropuerto de Madeira está considerado como uno de los más peligrosos del mundo? Debido a la orografía de la isla, su pista de aterrizaje está por un lado rodeada de una pared montañosa, por el otro, de la inmensidad del océano. Por suerte, en el año 2000 se decidió ampliar la pista, ganando terreno al mar, en una espectacular obra de ingeniería. Así que, a menos que sea un día con viento, en los que se complica la maniobra de aproximación a la isla, no debéis preocuparos, sólo pilotos con permiso especial pueden aterrizar/despegar de Madeira.

@aeropuertoinfo.com

Aunque muchos turistas recogen su coche de alquiler en el aeropuerto, nosotros lo hemos reservado en la oficina de Europcar de Funchal a partir de mañana y sólo para 5 días, en los que recorreremos la isla completa. No tenemos que esperar mucho al Aerobus, para nosotros la mejor opción para llegar a Funchal (5€/pers ida y 8€/pers ida+vuelta).

En la web www.sam.pt podéis revisar la información actualizada de los horarios, tarifas en incluso en qué parada debéis bajaros dependiendo del hotel en que estés alojado. En nuestro caso, la del centro comercial La Vie.

En el momento en que empecéis a buscar alojamiento en Madeira os daréis cuenta de que la mayor oferta se encuentra en Funchal, su capital, y que está dividida principalmente en la zona velha (casco histórico) y la Estrada Monumental/Lido.

A menos que vayáis en plan relax-piscina-hotel resort, os recomiendo que busquéis un alojamiento más próximo al casco histórico.

Con nuestras maletas nos dirigimos a los apartamentos Atlântida. Para nosotros la ubicación es perfecta, a pocos pasos del Jardín Municipal y a 500m de la catedral. Nuestro estudio superior con su pequeña terraza es tal y como muestran las fotos de su página. Nos permitimos sólo un pequeño descanso, ¡que son casi las 18h y está anocheciendo!

Aunque tenemos bastante información de la isla, nunca es suficiente, así que pasamos por la oficina de turismo de la Avenida Arriaga para ampliarla. Con nuestros mapas y algún buen consejo de rutas para descubrir esta preciosa isla, deambulamos por las calles del centro. En un par de días encienden la decoración navideña, ¡qué bonitas están sus calles y parques!

Nos acercamos también al parque de Santa Caterina, desde el que se tiene una maravillosa vista de su bahía y por tanto, de todos los cruceros que hacen escala en Funchal. Bajamos por unas escaleras hasta la bahía y nos topamos con el Museo de CR7, el Hotel Pestana CR7 y su estatua, ¿se nota que la isla utiliza la figura de Cristiano Ronaldo, su personaje más ilustre, como promoción?

Tenemos que aprovisionarnos para el desayuno y alguna cena casera, por lo que volvemos hasta el centro comercial La Vie, que está justo al lado de casa, y descubrimos la cadena de supermercados Pingo Doce. Incluso se pueden adquirir productos recién cocinados y comerlos en unas mesas preparadas para ello.

Después de una larga jornada, sólo nos queda descansar en la terraza de la panadería Na Avenida, brindando con nuestras limonadas de frambuesa y maracuyá, degustando un rico pastel (6€) e imaginando los tesoros que descubriremos en los próximos días.

24 de agosto de 2018

Día 2: Descubriendo Oporto, desde el casco histórico a la Ribeira

El plan para el día de hoy es bastante ambicioso, queremos descubrir los principales puntos de interés del centro histórico de Oporto (incluyendo visitas a interiores), disfrutar del crucero de los seis puentes y degustar su famoso vino en una de las bodegas de Vila Nova de Gaia (excursión conjunta). Madrugamos para intentar aprovechar el día al máximo, pero el tiempo no acompaña y la mañana despierta con el cielo gris y una ligera neblina. Me parece que la idea del crucero y la degustación de vino tendrá que esperar a otra ocasión. ¡Esperamos no tener que sacar el paraguas!

Como el desayuno no viene incluido en el precio de la habitación, hemos fichado un local con muy buena pinta para desayunar cerca de la Praça da Batalha, Dama Pé de Cabra. No abren hasta las 9:30, así que nos ponemos en marcha con el estómago vacío y nos dirigimos hacia la iglesia de San Ildefonso.

Se encuentra en un lateral de la plaza, elevada en altura con respecto a ésta. Desde las escalinatas de la iglesia se tiene una vista perfecta de la Rua 31 Janeiro y de la Torre de los Clérigos.


Nos llama la atención su fachada enmarcada por dos torres campanario, cubierta con los típicos azulejos azules y blancos, que representan escenas de la vida del santo y del Evangelio, obra de Jorge Colaço, el mismo artista que decoró el interior de la estación de São Bento.


Acaba de abrir sus puertas (9:00), así que mientras hacemos tiempo y para protegernos del chirimiri, entramos en su interior. Destacan el retablo barroco-rococó diseñado por Nicolau Nasoni y dos enormes cuadros barrocos en sus laterales. 



Ya son las 9:25, así que nos acercamos hasta Dama Pé de Cabra. La puerta permanece cerrada, aunque parece que hay movimiento en su interior. Justo enfrente está el jardín de San Lázaro, el primer parque público de Oporto.

Es el único parque de la ciudad rodeado por una verja y con entrada a través de cuatro portones. Como la lluvia nos sigue respetando, paseamos por este jardín de estilo romántico, a estas horas completamente vacío. En un lateral podéis contemplar una fuente de mármol que fue trasladada a este lugar desde la sacristía del antiguo convento de Santo Domingo.

@monumentos.gov.pt

¡Hora de desayunar! Se nota que el dueño se desvive por su negocio, muy amable y servicial te presenta (en perfecto español) las distintas opciones de desayuno, con productos portugueses. Nos decantamos por un desayuno completo, que incluye zumo de naranja recién exprimido, huevos revueltos, café o infusión, tostada de pan rústico y rebanada de pan de calabaza, castañas o zanahorias (a elegir) con mermelada de reducción de Oporto. Yo como soy incapaz de desayunar salado, pedí un colacao (normalmente es lo que te traen cuando pides chocolate quente) y una tostada de pan de calabaza con mermelada de frutas de las Azores. Ñaaaaaaaaam, ¡menuda pintaza!


Con el estómago lleno ponemos rumbo hacia la catedral. Volvemos a pasar por la Plaza da Batalha, junto al Teatro Nacional São João. Se construyó en estilo neoclásico, sobre las ruinas del Real Teatro, que se incendió a principios de s.XX, siguiendo los modelos franceses, tan en boga en esos años.



Y por fin llegamos al Terreiro da Sé, una amplia explanada suspendida sobre la ciudad vieja y delimitada por la catedral, el antiguo palacio episcopal y una torre de granito del s.XIV, donde actualmente se encuentra la oficina de turismo.

Aparte de la silueta maciza de la catedral, llama nuestra atención un pelourinho, o como se diría en Castilla, una picota. Esta columna de piedra enroscada sobre sí misma imita a las que se utilizaban para ajusticiar a los delincuentes, aunque ésta se diseñó en los años 40 como elemento decorativo de la plaza.


Estamos en uno de los miradores más privilegiados de Oporto, con fabulosas vistas por un lado a la ciudad vieja y por el otro, a Ribeira y Vila Nova de Gaia. Desde un rincón de esta plaza captamos perfectamente la esencia de la ciudad, sus fachadas estrechas con azulejos, algunas con desconchones y otras en ruinas, con la ropa tendida en sus balcones y ventanas, ese halo de ciudad decadente que a algunos nos enamora y a otros espanta.


Nos detenemos ante la Sé, una iglesia-fortaleza del s.XII, que sufrió profundas modificaciones durante los siglos XVII y XVIII. A pesar de su portada barroca y la terminación de las torres con cúpulas en forma de bulbo, su aspecto sigue siendo el de una fortificación medieval. ¡Si incluso tiene almenas!



Su interior es muy austero y sólo podemos destacar el altar mayor y las vidrieras de su rosetón. Pero es que su tesoro principal se esconde en su claustro. Nos quedamos con ganas de entrar ahora a verlo, pero no nos queremos perder la visita guiada al Palacio de la Bolsa, así que lo dejamos para más adelante.


Nos aventuramos por los largos tramos de escaleras y estrechas callejuelas que descienden hacia el Duero. ¡Mirad, desde aquí se ve el Palacio de la Bolsa! ¿Lo reconocéis?


Hay visitas guiadas disponibles en portugués, español, inglés y francés cada media hora (8.5€/pers). El método de organización resulta curioso, el idioma de la visita se establece según la lengua materna del primero que llegue a la taquilla. Son las 11:15 y a las 11:30 está previsto un grupo en inglés. Faltan por crearse los grupos de las 12:00 y 12:30. Delante de nosotros hay dos chavales franceses, por tanto, la visita de las 12:00 será en francés. Nuestro turno, ¡la visita de las 12:30 será en español!

Como tenemos cierto margen de tiempo hasta que comience la visita, nos paramos a contemplar la plaza del Infante Don Enrique. En este espacio se reúnen varios puntos de interés: el Palacio de la Bolsa, la iglesia de San Francisco y el Mercado Ferreira de Borges (que alberga una sala de espectáculos). El centro de la plaza lo preside una escultura de finales del s.XIX en honor a Enrique el Navegante. Situado al lado de una bola del mundo, señala con su dedo índice las nuevas tierras; en una de sus caras, una Victoria representa el triunfo de los navegantes portugueses, en la cara opuesta, otra figura femenina simboliza la fe de los descubrimientos.


Frente a nosotros tenemos unas espectaculares vistas de la ciudad vieja sobre la colina, dominada por la Sé, con las dos torres que flanquean su fachada y su enorme rosetón.



Nos acercamos hasta el Duero y paseamos por el muelle de Cais da Ribeira. Disfrutamos por una lado de las vistas que nos ofrece el Puente de Luis I y las bodegas de Vila Nova de Gaia, por otro lado, de un barrio pintoresco con fachadas pintadas de colores y con ropa tendida en las ventanas. Ha perdido parte de su encanto por ser una de las zonas más turísticas de la ciudad, llena de terrazas de bares y restaurantes.

Desde este embarcadero sale el crucero de los seis puentes, que teníamos ganas de hacer, pero que tendremos que posponer ya que la climatología no juega hoy a nuestro favor. Los rabelos tradicionalmente transportaban las barricas de vino desde los viñedos del Duero hasta las bodegas de Vila Nova de Gaia. Hoy en día, navegan por el Duero para que los turistas descubramos la ciudad desde el río, parando en Vila Nova de Gaia para disfrutar de una degustación en sus bodegas.


Puntuales comenzamos la visita al Palacio de la Bolsa. Este precioso edificio de estilo neoclásico, construido sobre las cenizas del convento de los franciscanos, es la sede de la asociación de comerciantes de Oporto. Nos permiten realizar fotos sin flash durante todo el recorrido.

El Patio de las Naciones era el lugar donde se celebraban las sesiones de la Bolsa de Valores de Oporto, que estuvo operativa hasta 1997 cuando se trasladó a Lisboa. Es un amplio patio interior con mucha iluminación natural gracias a su techo de cristal. Nos fijamos en los 27 escudos pintados que representan los 27 países que durante el s.XIX tuvieron vínculos comerciales con Portugal. Tampoco hay que menospreciar el suelo, hay un mosaico de cerámica inspirado en los encontrados en Pompeya.


Accedemos a la segunda planta por una increíble escalera de piedra que tardó en construirse ¡más de 40 años! Cada una de las salas de este edificio está decorada de manera diferente, cada cuál más impresionante. Recorremos entre otras la Sala Dorada, llamada así por su decoración elaborada con yesería y pan de oro; la Sala de las Asambleas Generales, que aunque parece estar completamente recubierta de madera, es yeso y estuco pintado a imitación y la Sala de los Retratos, donde se exponen cuadros de los últimos reyes de Portugal.


Siempre se reserva lo mejor para el final: la Sala Árabe. Sin palabras. Diseñada como homenaje a la cultura árabe y posiblemente inspirada en la Alhambra. Una decoración muy recargada en color blanco y dorado para impresionar a las personalidades que visitan Oporto, ya que es aquí donde se llevan a cabo las recepciones oficiales. También se puede reservar para organizar eventos privados como bodas, cumpleaños o conciertos, así que si estáis animados y os lo podéis permitir, ¡ya sabéis!


Una visita muy recomendable de sólo 45 minutos. El Palacio de la Bolsa es uno de esos lugares que no te esperas encontrar, nuestra mayor sorpresa de la escapada a Oporto.

¡Hora de comer! Subimos por las callejuelas dirección al mercado de Bolhão. ¡Me encanta! ¡Este sitio sí que es auténtico! Los comercios, donde venden carne, pescado, fruta, flores y recuerdos de la ciudad se distribuyen en torno a un patio central. Literalmente se cae a trozos y las palomas campan a sus anchas, ¡Oporto en estado puro!



Buscamos un sitio donde comer y encontramos D. Gina. Su terraza, que está dentro del mismo mercado, está llena de autóctonos y universitarios, ¡entra, entra! Nunca os fiéis de las primeras impresiones, puede parecer una tasca cutre, pero el servicio es impecable y la comida es casera en cantidades industriales. ¡Tres pedazo sardinas asadas con su ensalada de acompañamiento y patatas por 5€! Un plato de sardinas asadas, uno de bolinhos de bacalhau y otro con pollo empanado (o algo por el estilo) y un huevo frito, coca cola, botella de agua y un café por 18€. ¡Brutal!



A punto de explotar y sin poder pedir postre (¡que cuesta sólo 2€!), salimos muy satisfechos de nuestra elección gastronómica en busca de la Sé (de nuevo).

Aunque la entrada a la catedral es gratuita, para acceder al claustro y la Casa del Cabildo hay que pagar 3€/pers. ¡Sin duda merece la pena! El claustro gótico está recubierto de esos azulejos azules y blancos que tanto nos gustan, que representan escenas bíblicas.


Y aquí volvemos a mencionar a Nasoni, una gran influencia en la arquitectura barroca portuguesa, ya que diseñó también la escalera noble para subir a la terraza del claustro. En esta parte hay más paneles de azulejos, que en este caso narran escenas de la vida de la Virgen y las metamorfosis de Ovidio.


La visita continúa en la Casa del Cabildo, edificio pegado a la Sé y con acceso desde el claustro. Su segunda planta está ocupada por el Museo del Tesoro de la Catedral, aunque una de las cosas que más nos llama la atención es el techo pintado de otra estancia, la Sala Capitular.

Siguiente parada: la avenida dos Aliados y la Praça da Liberdade. Rodeada de elegantes edificios modernistas, ¡parece que nos hemos trasladado a París!



Enfrente está el Ayuntamiento, en el que destacamos su torre del reloj. La foto está difícil, ya que estamos a contraluz.


Subimos por la empinada Rua dos Clerigos y volvemos a admirar la espectacular Torre de los Clérigos, diseñada también por Nasoni. ¡Si mañana está el día despejado, accedemos a su mirador!


Por el momento, nos contentamos con ver su interior (de entrada gratuita).


Nos dirigimos hacia la Iglesia do Carmo, pero antes nos detenemos ante la Rectoría de la Universidad de Oporto, de estilo neoclásico, que alberga el Museo de Historia Natural. Toda su fachada lateral está recubierta de azulejos, que representan una de las fundaciones de las carmelitas. ¡Lástima que no podamos descubrir su interior!

En la Rua das Carmelitas nos topamos con un precioso edificio de estilo neogótico, la librería Lello e Irmão. ¡Los fans de Harry Potter estáis de suerte! Se dice que fue la fuente de inspiración para J.K. Rowling para la  descripción de la librería Florish&Blotts, del callejón Diagon.


La entrada cuesta 4€/pers, que se descuentan si compras algún libro, y hay que adquirirla en la tienda de la esquina. Aunque deben ser monumentales las colas que se forman ante su puerta, al ser un día laborable del mes de noviembre, no tuvimos muchos problemas.

A mí personalmente me decepcionó, su escalera es fabulosa, al igual que su decoración interior, pero está muy masificada y si te gusta hojear libros, no encuentras la suficiente tranquilidad para ello. 


No se pueden acumular entradas para hacer mayor descuento sobre la compra de un libro, así que después de estar un buen rato entre sus paredes (la mejor manera de amortizar esos 4€) y no encontrar ningún libro que nos mereciera la pena, nos fuimos con las manos en las bolsillos dirección al Café Majestic.

Alrededor de la Praça da Liberdade y la estación de São Bento se extienden varias calles comerciales, como la Rua Santa Caterina, peatonal, donde se encuentran las tiendas más elegantes y el célebre Café Majestic. Esperamos en la puerta de este precioso edificio art noveau hasta que el camarero nos llevó a nuestra mesa. Dos chocolates espesos (como es debido) y una especie de torrija por 15,5€. ¡Pues no me parece tan caro! Una vez en París, en una terraza de un bar, en zona no turística e indudablemente menos bonita, nos clavaron ¡6€ por un mísero café!


Con esta "ligera" merienda y todo lo que comimos a mediodía, nos damos por cenados. A pesar de ser las 19:30, estamos taaaaaaaaan reventados de las caminatas que nos hemos pegado (sólo nos sentamos para comer), que volvemos al hotel para descansar y rehacer las maletas. Mañana disfrutaremos de nuestras últimas horas en Oporto y por fin, volaremos a Madeira.

19 de agosto de 2018

Información práctica: Horarios y tarifas Cracovia

Para que os resulte más sencillo hacer vuestro propio planning, os incluyo los horarios y tarifas de los lugares que visitamos en Cracovia (última actualización horarios y tarifas abril 2018)

Basílica de Santa María
  • Interior (visita turística) 
    • Horario:
      • L-S 11:30-18:00
      • D 14:00-18:00
      • Apertura retablo gótico Veit Stoss: 11:50 (permanece abierto desde nov 2017)
    • Precio: 10PLN
    • Permanecerá cerrada a los turistas en septiembre y octubre 2018
  • Torre
    • Horario:
      • Enero, Febrero: Cerrado
      • Marzo, Noviembre, Diciembre: M-S 9:10-11:30, M-D 13:10-17:30
      • Abril-Octubre: M-S 9:10-11:30, M-D 13:10-17:30
    • Precio: 15PLN
    • Sólo se permite la entrada de 10 personas cada 30 minutos 

    Castillo de Wawel
      • Salas de Estado 
        • Horario: 
          • Abril-Octubre: M-V 9:30-17:00, S-D 10:00-17:00
          • Noviembre-Marzo: M-S 9:30-16:00, D 10:00-16:00
        • Precio:
          • Abril-Octubre: 20PLN
          • Noviembre-Marzo: 18PLN
        • Límite de entradas al día a la venta
        • Entrada con hora de visita prefijada
      • Apartamentos Reales 
        • Horario: 
          • Abril-Octubre: M-V 9:30-17:00, S-D 10:00-17:00
          • Noviembre-Marzo: M-S 9:30-16:00
        • Precio:
          • Abril-Octubre: 25PLN
          • Noviembre-Marzo: 21PLN
        • Visita guiada en inglés o polaco
        • Límite de entradas al día a la venta
        • Entrada con hora de visita prefijada
      • Cueva del Dragón 
        • Horario: 
          • Mayo-Junio: L-D 10:00-18:00
          • Julio-Agosto: L-D 10:00-19:00
          • Septiembre-Octubre: L-D 10:00-17:00
        • Precio: 3PLN
      • Torre Sandomierska 
        • Horario: 
          • Mayo-Junio: L-D 10:00-18:00
          • Julio-Agosto: L-D 10:00-19:00
          • Septiembre: L-D 10:00-17:00
          • Octubre (fines de semana con buen tiempo): S-D 10:00-17:00
        • Precio: 4PLN

      Catedral de Wawel
      • Interior (visita turística) 
        • Horario:
          • Abril-Octubre: L-S 9:00-17:00, D 12:30-17:00
          • Noviembre-Marzo: L-S 9:00-16:00, D 12:30-16:00
        • Entrada gratuita
      • Museo de la Catedral
        • Horario:
          • Abril-Octubre: L-S 9:00-17:00
          • Noviembre-Marzo: L-S 9:00-16:00
        • Precio: 12PLN (incluye entrada a la cripta, campana de Segismundo y museo)

      Collegium Maius
      • Museo Universidad
        • Horario:
          • Abril-Octubre: L,X,V 10:00-14:20, M,J 10:00-17:20, S 10:00-13:30
          • Noviembre-Marzo: L-V 10:00-14:20, S 10:00-13:30
        • Precio: 12PLN
        • Visita guiada exposición permanente de 30 min cada 20 min (máx. 20 personas)
      • Patio
        • Entrada gratuita
        • Abierto hasta el atardecer
      • Reloj mecánico
        • Horario funcionamiento: 9:00, 11:00, 13:00, 15:00, 17:00

      Minas de Sal de Wieliczka (Itinerario turístico)
      • Horario (visita guiada en español):
        • Temporada baja: 11:20, 16:40
        • Temporada alta: 11:20, 16:40, 18:50
      • Precio:
        • Temporada baja: 89PLN 
        • Temporada alta: 94PLN
      • La temperatura de las minas oscila entre 14 y 16º todo el año

      9 de agosto de 2018

      Primera toma de contacto con Oporto

      Comenzamos la mañana tranquilos, completamente solos, echando de menos el bullicio de estos días. El día B ha sido un éxito, una jornada muy intensa, llena de emociones y reencuentros, rodeados de toda la gente que nos quiere. Pero por fin llega el momento de cerrar esta etapa de organización, relajarse y disfrutar de unos merecidos días de tranquilidad. Porque la luna de miel es para eso, desconectar y disfrutar cada segundo con vuestra pareja antes de volver a la rutina, es el inicio de vuestro nuevo proyecto de vida.

      Todavía tenemos que entregar unos papeles en el Registro Civil antes de partir rumbo a Oporto. ¡Listo! Un trayecto de algo menos de cinco horas con parada en La Gudiña para comer. Dos menús del día en el Restaurante Óscar por 22€. Generosos en los platos, comida casera y lleno de autóctonos, ¡para qué pedir más!

      La entrada a Portugal la realizamos desde Verin. Tenéis que tener en cuenta que al igual que la autovía del Algarve (A22), el sistema de peaje de la autovía A24 es exclusivamente electrónico. A unos tres kilómetros de la frontera con España veréis indicada una salida para vehículos con matrícula extranjera

      Para adheriros al sistema Easytoll, tenéis que introducir en la máquina una tarjeta de crédito que automáticamente se vincula a la matrícula del coche.

      Ojo, verificad que aparece el número de matrícula en el recibo que devuelve la máquina. Nosotros casi la liamos porque en el primer intento, la cámara no había leído bien la matrícula y la tarjeta no estaba asociada a ningún coche. ¡Ouch! ¡Ya podéis pasar por todos los pórticos sin ganaros una multa! Justo antes de atravesar los arcos hay un cartel con el importe que cuesta el tramo para los distintos tipos de vehículo, que se retira de la cuenta asociada a la tarjeta.

      Llegamos a Oporto a las cuatro, hora portuguesa. Aparcamos el coche en la zona azul de la Rua Entreparedes, justo enfrente de la oficina de correos, a pocos pasos del que será nuestro alojamiento las dos próximas noches, el hotel Moov. Un antiguo cine reconvertido en un coqueto hotel de dos estrellas. Nos sorprende que la recepción no esté a nivel de calle, sino que hay que bajar una planta.


      En el momento del check-in, reservamos una plaza en el aparcamiento del hotel, por 8€/día. Habíamos leído que era una trampa mortal y no exageraban. Nuestra idea era dejar el coche parado durante dos días, como mi recién estrenado marido tiene un gran control de su coche, sobre todo en aparcamientos estrechos y complicados como el "agujero" (nombre con el que su familia bautizó a una plaza de garaje propiedad de sus padres), decidimos probar suerte y al toro. Si la "entrada" parecía estrecha, a pesar de haber recogido los retrovisores, el problema viene en la siguiente rampa, en la verdadera entrada, en la que hay que maniobrar sabiamente para no rayar el coche. Si conseguís entrar hasta dentro sin rayar el coche, no os preocupéis por las columnas, las plazas son amplias y no están colocadas con maldad. Ni se nos hubiera ocurrido meter ahí un coche grande ni un coche de alquiler.

      Subimos en ascensor directamente desde el garaje a la planta de la habitación. Los pasillos están decorados con escenas de películas, que probablemente en su día se proyectaron en sus salas. ¡Qué chulo! Es el primer hotel en el que estamos  en que la entrada a la habitación es vía teclado. Más cómodo, así sólo nos preocupamos de aprendernos un código, no de encontrar la tarjeta/llave dentro de mi bolso. Dejamos el equipaje y empezamos a empaparnos de la atmósfera bohemia de Oporto.

      Muy cerca de la Praça da Batalha, se encuentra un edificio singular, la estación de São Bento. En su interior abriremos los ojos como platos. Y es que el hall de esta estación de tren cuenta con paredes cubiertas de azulejos que retratan importantes capítulos de la historia de Portugal así como escenas de la vida tradicional.


      La arquitectura de este edificio de principios del s.XX, construido sobre los restos de un antiguo monasterio, tiene influencia francesa, ¿no se trae un aire a la Gare de Lyon de París?



      Si cuando entramos en la estación estaba anocheciendo, cuando salimos es noche cerrada. Los días son mucho más cortos en esta época del año y a finales de noviembre se pone el sol poco después de las cinco de la tarde.

      La vida de esta ciudad romántica, de tradición marinera y vinícola, gira alrededor del río Duero, que termina aquí su largo recorrido a través de España y Portugal. Sus orillas están unidas por seis puentes, cada uno con su propia historia y época de construcción, unos más elegantes, otros más sencillos, aunque los más conocidos son tres: el puente ferroviario de Maria Pia, construido por Eiffel; el puente de Don Luis I, símbolo de Oporto y el puente de Arrábida.

      Su emplazamiento escarpado le otorga una peculiar belleza, al igual que un montón de cuestas, así que vamos en busca de un "mirador" desde el que poder contemplar Oporto completamente iluminado. Avanzamos por la avenida Dom Alfonso Henriques y dejamos a un lado la Sé (catedral). ¿Os imagináis hacia donde nos dirigimos? Efectivamente, al puente de Don Luis I.


      Inaugurado a finales del s.XIX y diseñado por un ingeniero discípulo de Eiffel, este puente de hierro compone una de las imágenes más emblemáticas de la ciudad. Fue necesario construirlo debido a un rápido crecimiento comercial, para mejorar las comunicaciones del barrio de pescadores de la orilla de Oporto y Vila Nova de Gaia en la otra orilla. Sí, aunque parezca mentira el otro extremo del puente no pertenece a Oporto, sino a Vila Nova de Gaia. 

      Con dos niveles, permite comunicar simultáneamente los barrios alto y bajo de cada orilla. Por el superior circula el metro y por el inferior coches, autobuses y camiones. ¡Por suerte los peatones podemos caminar por ambos!

      Las vistas no nos defraudan, aunque las fotos parecen "apagadas", ya que no se puede apreciar el bello colorido de las casas de Cais da Ribeira. Nos alejamos hasta la entrada del teleférico para tomar una instantánea del puente. ¡Foto de postal! Miramos hacia arriba, a los reflejos de los flashes. Allí hay otro mirador privilegiado, el del monasterio da Serra do Pilar. Esperaremos a subir de día, cuando podamos observar Oporto con todo su esplendor. Porque si es bonito retratar esta ciudad de noche, imaginaos con la luz del sol un día despejado.


      Retrocedemos sobre nuestros pasos para conocer otro de los símbolos de Oporto, la Torre de los Clérigos. Para llegar hasta ella avanzamos por las vías principales e intentamos no atajar por callejuelas que de noche no nos inspiran mucha confianza.

      Esta torre campanario construida en el s.XVIII sobre el llamado "cerro de los ahorcados", ofrece la mejor panorámica de Oporto desde las alturas. ¡Tenemos dos días para comprobarlo!

      Al lado de la Torre de los Clérigos nos encontramos con una tienda peculiar, la Casa Oriental. Fue fundada en 1910 para comercializar el café, té y chocolate traídos desde las colonias portuguesas. Tras la Segunda Guerra Mundial, el mercado se amplió a todo tipo de productos de la región de Portugal. Con el paso de los años se ha convertido en una tienda 100% turística, donde sólo se venden conservas en lata (muy monas, eso sí), en las que figura un año y acontecimientos sucedidos durante ese año. Creo que ha perdido toda su autenticidad, su esencia de comercio tradicional, de tienda de ultramarinos en la que encontrar un poquito de todo. Me imaginaba esas cajas llenas de frutas y verduras a su puerta, bacalao seco decorando su fachada, como en tantas fotos que vi preparando este viaje. De esta antigua tienda sólo queda en la fachada un mural colorido que evoca el pasado colonial de Portugal...

      Terminamos nuestro paseo en la Rúa das Flores. Esta calle peatonal debe recorrerse sin prisas, deteniéndose en los escaparates de tiendas tradicionales, ante los escudos de alguna fachada, buscando cualquier rincón curioso. A lo largo de esta calle se encuentran muchos de los restaurantes de moda de la ciudad. Nosotros vamos en busca de algo más informal, queremos probar las famosas francesinhas, así que decidimos entrar en el restaurante La Picota. Una francesinha es una especie de sándwich que contiene filete, salchichas y algún tipo de embutido, recubierto por una buena capa de queso, coronado por un huevo y bañado en una salsa con un ligero toque picante. ¡Menuda bomba calórica! De tamaño XXL, sólo pedimos una, que terminamos a duras penas, y un rico salteado de setas, regado por dos bebidas por 13.5€.

      Llega la hora de regresar al hotel para descansar, Oporto tiene demasiadas cuestas... Pero vuelvo con un muy buen sabor de boca, la ciudad que me enamoró con su peculiar decadencia con sólo 10 años viene dispuesta a seguir conquistándome.

      6 de agosto de 2018

      6 de agosto de 2018 - , , Sin comentarios

      Luna de miel en Madeira (y Oporto) en 12 días

      Tras tantos meses de preparativos y de un día tan especial y a la par ajetreado como es el día de vuestra boda, la mejor recompensa es esa ansiada luna de miel, un viaje que recordar toda la vida.

      Por vuestra cabeza pasan destinos exóticos como las islas Seychelles, Maldivas o Mauricio, pero, ¿quién piensa en Madeira? Nosotros lo teníamos claro, queríamos conocer Rusia, San Petersburgo y Moscú, y por qué no, si se terciaba alguna capital báltica. Barajamos incluso la opción de un crucero. Sin embargo, éramos conscientes de que hay momentos mejores para descubrir esta zona que finales de noviembre.

      Para nosotros, el viaje de novios perfecto tiene que incluir los siguientes ingredientes: grandes dosis de descanso y pequeños lujos (siempre dentro de nuestro presupuesto). Y algo mucho más importante, la ilusión de los dos por el destino elegido, no por estar de moda o porque otros hayan ido.

      No queríamos la típica luna de miel. Nos gusta aprovechar el destino y exprimirlo al máximo, por lo que descartamos cualquier viaje de tipo cultural, en los que estamos acostumbrados a no parar. Tampoco queríamos pasar dos de los doce días metidos dentro de un avión y sentir que habíamos malgastado tiempo del viaje.

      Y entonces, apareció ante nuestros ojos Madeira, la perla del Atlántico. Este pequeño archipiélago portugués nos ofrecía un clima suave, una buena gastronomía y exuberante naturaleza. Rutas de senderismo. Pueblos pintorescos. Andar por encima de las nubes. Un lugar idílico a aproximadamente mil kilómetros de Lisboa.

      Al igual que otros muchos viajes, éste decidimos organizarlo nosotros mismos: vuelos, hoteles y coche de alquiler. No dedicamos mucho tiempo a los itinerarios, que íbamos modificando sobre la marcha cada mañana al despertar.

      Nuestra aventura comenzaría en una ciudad que me enamoró con diez años y a la que tenía muchas ganas de volver, Oporto, desde donde despegaría nuestro vuelo rumbo a Madeira.

      Duración del viaje: 27 noviembre al 8 de diciembre 2017

      Alojamiento: 
      • Oporto: Hotel Moov Porto Centro
      • Funchal: Apartamentos Atlantida
      • Funchal: Hotel The Vine
      Antes del viaje: Si tenéis pensado conocer la isla de Madeira a través de sus veredas y levadas, os recomiendo que consigáis la guía excursionista de Rother Madeira: Las mejores rutas por levadas y montañas (50 excursiones). 

      Itinerario:
      • Días 1 y 2: Oporto
      • Día 3: Oporto-Funchal
      • Día 4: Ruta este de la isla-Funchal
      • Día 5: Ruta oeste de la isla-Funchal
      • Día 6: Vereda Punta Sao Lorenzo-Vereda Punta São Jorge-São Vicente-Funchal
      • Día 7: Mirador Eira do Serrado-Cabo Girão-Levada 25 fontes-Grutas São Vicente-Funchal
      • Día 8: Pico do Areeiro-Ribeiro Frio-Levada Caldeirão Verde-Funchal
      • Días 9, 10, 11 y 12: Funchal 

      Diario de viaje:

      2 de agosto de 2018

      Día 3: Auschwitz y barrio judío de Cracovia

      Descubrir el campo de concentración de Auschwitz puede resultar duro y estremecedor, sin embargo, es una de las visitas imprescindibles que tenéis que hacer si estáis en Cracovia. Aunque se puede llegar fácilmente en transporte público desde Cracovia, decidimos contratar este tour con Civitatis, para no tener que preocuparnos de cómo llegar ni de cuadrar los horarios de las visitas guiadas en español. Como fue un viaje decidido en el último momento, nos encontramos con que los horarios disponibles eran 6:15 el jueves y 7:00 del viernes. Habrá que mirarlo por el lado positivo, cuanto más se madruga más se puede aprovechar el día. 

      El desayuno del hotel comienza a las 7:00, así que como no disponemos (por el momento) de poderes para teletransportarnos a esa misma hora a la plaza Jana Matejki,en recepción nos han preparado un picnic para poder afrontar la mañana. Es bastante completo: un par de bocadillines bien rellenos, chocolatinas, un zumo de naranja, una manzana y una botella de agua natural (sí, ¡por fin sin gas!).

      Salimos del hotel a las 6:45 y rodeamos el parque Planty hasta llegar a la Barbacana. Justo enfrente está la plaza Jana Matejki. Somos puntuales, esperamos en la fila para entregar la reserva al guía y subir al autobús que nos llevará a Óswiecim. Durante el trayecto, de poco más de una hora de duración, visualizamos un documental sobre los campos. El complejo de Auschwitz englobaba tres campos: Auschwitz I, Auschwitz II-Birkenau y Auschwitz III-Monowitz. El museo comprende el terreno de los dos primeros y fue incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.


      Todos los grupos tienen asignada una hora de entrada a Auschwitz I. En esos 10 minutos de espera, podemos ir al baño (2PLN, 0.5€) o a comprar algo para picar. Se pasa un control de seguridad, en el que no permiten entrar con bolsos de más tamaño que un A4 y se pueden dejar en el autobús o pagar la consigna. Nos reparten auriculares inalámbricos para seguir fácilmente las explicaciones del guía. De origen polaco habla nuestro idioma perfectamente, nos sorprende su actitud imperturbable, su tono tranquilo y monótono.

      Atravesamos una puerta con un mensaje cínico y cruel: "El trabajo nos hace libres", que nos da la bienvenida al principal centro de exterminio de la historia, un lugar en el que murieron asesinados más de un millón de personas, en su mayoría judíos.

      La mayor parte de la visita transcurre en interiores, en los barracones, donde se ha montado la exposición general que presenta la historia de lo que ocurrió en el campo y muestra las condiciones de existencia de los prisioneros. La colección acumula y guarda principalmente objetos originales del campo así como cosas arrebatadas a los deportados y asesinados. 


      Esta exposición provoca un gran choque emocional y lleva a la reflexión, ¿cómo fue posible que en pleno s.XX existiera un lugar como éste? Desde las paredes nos observan un sinfín de caras, con un nombre, una profesión, una vida (que en la mayor parte de los casos perdieron en pocas semanas o meses), convertidos en simples números. Se me forma un nudo en el estómago al ver salas llenas de pelo, gafas, prótesis, maletas... en fin, un conjunto de objetos que en su día pertenecieron a otros como nosotros y que construyen un relato de horror. Aunque en la mayoría de las zonas está permitido hacer fotos, no termino de entender cómo puede haber gente documentando estas salas. 

      Celdas. Hornos crematorios. Cámaras de gas. Alambradas. El horror parece que no termina nunca. Es una visita realmente espeluznante y poco agradable, pero imprescindible para conocer qué pasó. Como bien dijo George Santayana, una frase que aparece en la entrada de uno de los bloques: Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo.


      Dedicamos aproximadamente hora y media a conocer Auschwitz I. Antes de subir al autobús para ir a Birkenau, se hace una breve parada de unos 15 minutos para poder ir al baño, almorzar o comprar. En este momento nos permiten subir al autobús para recoger nuestras cosas, así que aprovechamos y nos zampamos uno de los dos bocadillos que nos quedaban del picnic.

      En 5 minutos llegamos a Auschwitz II-Birkenau. Como la visita transcurre principalmente al aire libre, para los días calurosos os recomiendo que llevéis una gorra, crema solar y una botella de agua.



      Seguimos las vías por las que llegaron tantos trenes llenos de personas, derechos al infierno. Permanecen los restos de chimeneas y hornos crematorios, tal y como quedaron tras ser destruidos con explosivos por los nazis, en un último intento de encubrir todos los asesinatos en masa cometidos en este lugar.


      Dedicamos algo menos de una hora para descubrir los horrores de este segundo campo, que se creó con una única finalidad: exterminar la raza judía. Otra última parada de 15 minutos y vuelta a Cracovia.

      Al reservar el tour con Civitatis te regalan un bono para gastar en una comida en el restaurante Beer House, en plena calle Florianska o un bono para consumir 4 chupitos en 4 clubs con el tour Pub Crawl. Nosotros, y unos cuantos más, decidimos aprovechar el bono y nos dirigimos a la calle Florianska. Aunque somos de los primeros del grupo en llegar nos toca esperar un poquito en un estrecho pasillo. Me gusta la decoración del local, no es un restaurante de tres tenedores pero la comida es aceptable, y para lo que pagamos, salimos bastante satisfechos. El menú del día se compone de una sopa (a elegir entre dos) y un plato (a elegir entre cinco). Las bebidas no están incluidas en el bono, pero el precio es similar al de otros bares de Cracovia (16PLN, 4€). Y los postres son fabulosos, por 10PLN (2.5€) tenían una oferta de café más brownie, ¡Enorme! Un tanque de café con leche para mi marido y un brownie con helado a compartir.

      Mientras esperamos a que llegue el postre, sobre la marcha y a lo loco nos apuntamos a una visita guiada gratuita de Civitatis media hora antes de empezar. Queremos conocer el barrio judío, pero no tenemos demasiada información. Evidentemente no aparecemos en la lista, pero Andrea nos anima a unirnos a ella, como a otros cuantos españoles que pasean por la Plaza del Mercado. Es una muchacha muy muy muy entusiasta que hace muy amena la visita y transmite su ilusión al grupo. En este punto, frente a la Basílica de Santa María, parten durante todo el día la mayoría de los tours gratuitos que se organizan en la ciudad.

      Una vez formado el grupo, por suerte poco numeroso, nos dirigimos hacia la calle Szeroka, que junto a la Plaza Nowy son los dos centros neurálgicos del barrio. Nos sentamos en las escaleras enfrente de la Sinagoga Vieja para escuchar la historia de Kazimierz.


      En sus orígenes fue una villa independiente, fundada en el s.XIV por Casimiro el Grande, que le dio su nombre. Quería crear un centro mercantil que compitiese con la vecina Cracovia. A finales del s.XV, los judíos que vivían en la zona occidental de Cracovia fueron expulsados a Kazimierz. ¿Motivo? Se necesitaba más espacio para ampliar la Universidad Jagellónica. Esta gran comunidad judía convivió sin problemas con la comunidad cristiana durante siglos. Sin embargo, los judíos más ricos fueron abandonando esta zona, permaneciendo los hebreos más pobres y humildes. Con el paso de los años, esta población terminó por integrarse con el Casco Antiguo de Cracovia.

      Tras la invasión alemana de Polonia durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis ocuparon la ciudad y deportaron a la mayor parte de los habitantes de este barrio al gueto, situado en la orilla opuesta del río Vístula, en Podgorze. A partir de este momento, Kazimierz se convierte en un barrio despoblado y decadente. No fue hasta el rodaje de La lista de Schindler de Spielberg cuando comenzó su recuperación. Parece mentira que en la actualidad se haya convertido en un barrio bohemio, de moda. Punto de encuentro para los jóvenes, con gran oferta de ocio nocturno, un buen lugar para comer o cenar o incluso para vivir.

      Si tenéis pensado recorrer por libre el barrio judío, podéis seguir la Ruta del Patrimonio Judío, que abarca los puntos de mayor interés de esta zona. Aunque la mejor manera de descubrirlo es perdiéndose por sus calles.


      Tras esta parada para conocer un poco mejor lo que vamos a encontrar en la ruta, nos encaminamos al centro de la calle Szeroka. Aquí se localizan varios de los lugares que hay que descubrir en Kazimierz, entre ellos dos sinagogas. La Sinagoga Vieja es el templo judío más antiguo de Polonia. Tras la invasión nazi fue saqueada y utilizada como almacén. Se ha restaurado y alberga un museo de la cultura hebrea. La otra es la Sinagoga Remuh, la única abierta al culto y que aloja un cementerio judío.


      Estamos ante un discreto monumento que casi pasa desapercibido, el monumento al martirio, un homenaje a los 65000 judíos que vivían en Cracovia al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Nos sorprende ver piedras depositadas a su alrededor. Andrea nos explica que es una tradición judía. Se utiliza la piedra como símbolo para honrar a los fallecidos, ya que a diferencia de un ramo de flores nunca se desvanecerá, y así permanecerá la memoria del ser querido.

      Un señor nos observa sentado desde un banco, Jan Karski, héroe de la Resistencia Polaca, quien alertó al mundo del genocidio provocado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. A lo largo de la visita, se hace hincapié en todos esos ciudadanos anónimos (y no tanto) que pusieron su granito de arena y consiguieron salvar a ciudadanos judíos de una muerte segura.

      Rodeamos la Sinagoga Remuh hacia la calle Jakuba, y nos asomamos a una ventana lateral para contemplar el cementerio judío, que fue destrozado durante la Segunda Guerra Mundial. Es bastante atípico, ya que su reconstrucción se llevó a cabo por cristianos, quienes con su desconocimiento sobre este tipo de cementerios, colocaron todas las lápidas de manera ordenada. Sólo una lápida permanece en su posición original, la del rabino Remuh. Cuenta la leyenda que el primer alemán que la tocó murió. Verdad o mentira, durante la ocupación decidieron dejar tranquila esta tumba.


      Nos dirigimos hacia la Plaza Nowy, fácilmente reconocible por un edificio en forma de rotonda, antiguo matadero de pollos. Una zona muy animada, alrededor de ella hay bares, puestos de comida y antigüedades. Llega la hora de hacer un descanso y Andrea nos recomienda probar un helado de caramelo con sal del Himalaya en la heladería Good Lood. Si pasáis como nosotros y no hay cola, estáis de suerte, no perdáis la oportunidad de pedir un rico helado. Los cracovianos forman colas interminables para comer uno de los mejores helados de la ciudad. ¡Ñaaaaaam! Aunque la combinación parezca extraña, es un gran acierto.


      Cruzamos el río Vístula por el puente Bernatek para visitar Podgorze, el antiguo gueto judío. Repleto de candados de amor, nos sorprenden sus acróbatas. ¡Se mueven según atravesamos el puente!



      Llama nuestra atención en la lejanía la iglesia de San José de estilo neogótico. Aunque parezca mentira, se construyó a principios del s.XX.


      El gueto fue creado por el régimen nazi el 3 de marzo de 1941 para "limpiar" la ciudad de judíos, manteniéndolos a todos juntos encerrados en condiciones infrahumanas en una zona en la que antes vivían 3000 personas y donde se llegarían a hacinar hasta 15000.

      Todavía quedan vestigios de dos tramos del muro, que construido con forma de lápida, delimitaba el gueto para evitar que los judíos escapasen. Os podéis acercar a verlo a Lwowska, 25 o a Limanowskiego, 62.


      Nuestra ruta termina en la plaza Bohaterów, lugar donde se seleccionaba a los judíos que iban a ser deportados a los campos de concentración, algunos de los cuales, al no ser considerados aptos para el trabajo, morían aquí fusilados directamente.

      Llaman nuestra atención las sillas distribuidas por esta plaza, un monumento conmemorativo a los héroes y víctimas judías del gueto. Las sillas pueden simbolizar el espacio que ocupaban, aunque también puede ser un guiño a esas otras sillas traídas por ellos mismos para esperar su trágico destino en las largas colas que se formaban en la plaza.


      La ruta nos ha servido para tener una visión general y recomendaciones "gastronómicas" del barrio y el gueto judío, ¡lo que estábamos buscando!

      Otro de los puntos de gran interés de Podgorze es la fábrica de Schindler, que alberga una exposición con la historia de Cracovia durante la Segunda Guerra Mundial. Fue creada para aprovecharse de la mano de obra barata y acabó salvando la vida a cientos de personas. Spielberg llevó esta historia al cine, aunque fue grabada en Kazimierz y no en el gueto, que es donde realmente transcurre. A estas horas la fábrica ya está cerrada, por lo que no nos acercamos siquiera a la puerta.

      Retrocedemos el camino andado hasta el barrio de Kazimierz y nos detenemos ante la iglesia del Corpus Christi. Con un exterior poco llamativo, pero un interior deslumbrante de estilos gótico y barroco, merece la pena que entréis. Nos vuelve a sorprender otro precioso púlpito labrado en forma de barco.



      Nuestros pies nos van pidiendo a gritos un descanso, así que elegimos para ello el Singer, en la plaza Nowy, un bar en el que todas sus mesas son ¡máquinas de coser de esta conocida marca! Una cerveza y un refresco 16 PLN (4€), disfrutar de la compañía de mi marido y del ambiente de este barrio en una terracita en el mes de abril no tiene precio. Estos días está haciendo genial, días soleados con máximas de 22-23ºC. ¡Y nosotros que pensábamos que podíamos llegar a pasar frío por estas fechas!

      Andrea nos recomendó comer zapiekanka en alguno de los puestos centrales de la plaza Nowy. ¿Y qué es eso? Semejante al panini italiano, media barra de pan untada con mantequilla o aceite que en su versión básica viene recubierta por champiñones y queso y a la que se le pueden añadir muchos más ingredientes. Si no vais con hambre, compartid uno entre dos, que aunque no lo parezca llena bastante. 

      Nos sentamos en la acera para degustar nuestro zapiekanka (10PLN, 2.5€), pensando ya en el viaje de vuelta de mañana y en la próxima vez que volvamos a esta preciosa ciudad medieval que nos ha conquistado.