30 de marzo de 2018

La Maragatería y el Valle del Silencio en 3 días

En el suroeste de la provincia de León y a los pies del mítico Teleno encontramos una comarca bastante desconocida: La Maragatería. Entre sus atractivos destacan una arquitectura popular propia, la artesanía y por supuesto, su gastronomía. Su capital es Astorga, ciudad asentada en la encrucijada de dos caminos históricos: la Ruta de la Plata y el Camino de Santiago y que han dejado su huella en ella.

Muy cerca de Ponferrada se encuentra el Valle del Silencio, un valle angosto, sinuoso y de fuertes pendientes, donde se puede disfrutar de la tranquilidad y la naturaleza. Lugar de ermitaños, San Fructuoso y San Genadio eligieron esta zona para la fundación de monasterios: Compludo, San Pedro de Montes o Santiago de Peñalba. Existe una ruta circular que permite recorrer el valle y sus preciosos pueblos de piedra y pizarra.

Duración del viaje: 26 al 28 de marzo 2018

Alojamiento: Posada Real Hostería Camino (Luyego de Somoza)

Itinerario: El lunes realizamos un recorrido circular por los pueblos de la Maragatería (Santiago Millas, Valdespino de Somoza, Luyego, Lucillo, Santa Colomba de Somoza, Turienzo de los Caballeros, Castrillo de Polvazares), degustando un cocido maragato en nuestro alojamiento y disfrutando de un paseo en Astorga al anochecer. El martes continuamos la ruta a través del camino de Santiago (Rabanal del Camino y Foncebadón), haciendo una parada en la Cruz de Ferro, que marca un línea divisoria con el Bierzo. Nos acercamos hasta la herrería de Compludo para ver en funcionamiento una fragua hidráulica. Por la tarde nos adentramos en el Valle del Silencio para conocer uno de los pueblos más bonitos de España: Peñalba de Santiago y su iglesia mozárabe. El miércoles descubrimos Astorga.

Antes del viaje: Para que preparéis vuestra visita por la comarca de la Maragatería, os recomiendo que consultéis la siguiente web www.rutadeloro.com. Si estáis interesados en conocer todos los restos arqueológicos conservados en el casco histórico de Astorga, podéis reservar la visita guiada Ruta Romana.

19 de marzo de 2018

19 de marzo de 2018 - , , Sin comentarios

Día 2: Literalmente por los cerros de Úbeda

Hoy nos espera Úbeda, otro espléndido muestrario del Renacimiento español, gracias al mecenazgo de personajes muy influyentes del s.XVI, Francisco de los Cobos (secretario de Estado de Carlos I) y Juan Vázquez de Molina, de los que ya habíamos oído hablar en Baeza. 

Como la visita guiada con Atlante no empieza hasta las 11h, decidimos tomar tranquilamente un buen desayuno en el patio renacentista del hotel. Un buffet muy completo: café, zumos, leche, yogur, cereales, miel, mermelada, distintos tipos de panes y quesos, embutido, tomate natural, gran variedad de dulces y fruta.

Nos ponemos en marcha un poco más tarde de lo habitual y por suerte conseguimos encontrar un hueco en los aparcamientos de la Redonda de Miradores, a 5 minutos andando de la Plaza Vázquez de Molina. Esta plaza es el centro neurálgico de Úbeda y, junto con la plaza de Santa María de Baeza, la otra "culpable" de ser nombradas conjuntamente ciudades Patrimonio de la Humanidad


Preside la plaza un edificio que podríamos creer que es una iglesia, nada más lejos de la realidad, es la Sacra Capilla del Salvador, panteón funerario de Francisco de los Cobos, obra de Andrés de Vandelvira sobre planos de Diego de Siloé.

Erigido para exaltar la memoria de su fundador, la temática central de su iconografía está centrada en torno a la muerte y a su significado para los cristianos.

En la fachada principal destaca el relieve de la Transfiguración de Jesús en el monte Tabor, motivo que también aparece en el retablo mayor. Nos sorprenden los personajes que intentan escapar de los dos sarcófagos entreabiertos de Francisco de los Cobos y María de Mendoza, sobre los que descansan sus escudos.


En la misma plaza podemos observar otras dos obras de Vandelvira: el palacio del Deán Ortega y el palacio Juan Vázquez de Molina, actualmente Parador de Turismo y Ayuntamiento, respectivamente.

Como curiosidad, Vandelvira consiguió con este último edificio un efecto óptico interesante:  independientemente desde donde se observe la fachada que da a esta plaza, se mantienen las dimensiones. ¡Y eso aunque los siete tramos que la componen sean de diferente anchura (algo difícilmente perceptible para nuestros ojos)!


Rodeamos el edificio hasta su parte delantera, donde nos encontramos una fachada más sencilla y austera, que parece mucho más estrecha que la que acabamos de ver. Accedemos a su interior, y esta entrada nos lleva directamente hasta su patio central, en el que descubrimos otro elemento arquitectónico que nos hace reconocer a Vandelvira: las bóvedas de pañuelo en la galería inferior.


Al otro lado de la plaza están la Colegiata de Santa María de los Reales Alcázares (s.XIII), cuyo claustro gótico se levantó sobre una mezquita y la Cárcel del Obispo.

Su fachada principal está enmarcada entre dos espadañas, en la que destaca el relieve de la Adoración de los Pastores de Luis de Zayas.


A su izquierda se encuentra una portada lateral, llamada de la Consolada, de estilo clasicista, desde la que inician estación de penitencia algunas cofradías de la Semana Santa ubetense.


Entramos al edificio a través de una portada de estilo plateresco procedente de la iglesia de Santo Domingo, que une la iglesia con la Cárcel del Obispo.


La iglesia principal de la ciudad estuvo sometida durante 28 años a distintas restauraciones, durante las cuales se modificó su aspecto original. Se restituyó el artesonado mudéjar que cubría la techumbre del templo durante los s.XIII al XVIII. También se eliminó el yeso, dejando a la vista la piedra original de las paredes. 


El Altar Mayor cuenta con una portada gótica en la que está colocada un llamativo Cristo crucificado, que nos sorprende por la torsión exagerada de su cadera y una cúpula barroca ricamente decorada.



De las 32 capillas que había en el s.XVII, interiores y exteriores, sólo se conservan 16. Lugar de enterramiento de obispos y familias nobiliarias ubetenses todas responden a una portada gótica o renacentista y conservan muestras excelentes de rejería. Una de las más espectaculares es la de la Capilla de la Yedra, del maestro Bartolomé, una reja a doble cara que mantiene su color original (del s.XVI) y en la se representan el abrazo de San Joaquín y Santa Ana y el árbol de Jesé.


Salimos a una terraza exterior del templo y contemplamos una vista distinta de Úbeda.


Terminamos el recorrido por la iglesia en el claustro, que ocupa el lugar donde estaba el patio de la mezquita. Nos sorprende la irregularidad de su trazado y la decoración escultórica de sus capiteles.


Como se están celebrando las jornadas medievales, en el exterior se ha habilitado una zona con atracciones para los más pequeños, justo al lado de la escultura de Andrés de Vandelvira.


Es hora de retroceder hasta la Capilla del Salvador para descubrir su interior. Lo primero que llama nuestra atención es la imponente reja que actúa de manera real y simbólica como separación divisoria de dos zonas: el espacio reservado a la familia de los Cobos-Mendoza con la nave donde se reunía el pueblo. 


Hay que destacar el retablo de madera tallada de Berruguete, en el que se representa la Transfiguración de Cristo y del que sólo se conserva la figura original de éste, ya que el resto se quemó durante la Guerra Civil.


¡Qué mareo cada vez que miramos el suelo de mármol ajedrezado blanco y negro!


En el suelo hay señalada una estrella que coincide con la perpendicular trazada desde la parte más alta de la cúpula linterna, una línea directa al cielo para indicar al alma del difunto el camino que debe seguir para llegar a él.


Justo antes de entrar a la sacristía, nos damos cuenta de que esta sala va a ser "especial". Nos encontramos ante un arco en esviaje, la solución de Vandelvira para dar acceso a una sacristía ampliada no prevista en los planos de Diego de Siloé.  


La sacristía se organiza en tres tramos cubiertos por arcos ciegos y bóvedas de pañuelo (elemento arquitectónico típico de Vandelvira). ¿Os habéis fijado en los brazos al lado del ventanal que sujetan dos escudos de Santiago?


Las esculturas son de Esteban Jamete, con contenido clásico y moral. Los medallones representan vicios, deseos y virtudes: cólera, amor, dolor, placer, miedo, sensación irracional, temeridad y esperanza y los atlantes y cariátides las distintas culturas: civilización griega, romana y oriental.


Detrás de esta capilla funeraria se alza el inacabado Palacio de los Cobos, con fachada renacentista y el hospital de los Honrados Viejos

Nos dirigimos hacia otra importante plaza, que fue durante siglos el centro de la ciudad medieval: se celebraba el mercado semanal, acogía los festejos de toros y los ajusticiamientos públicos. La plaza de San Pablo o del Mercado se estructura en torno a la iglesia de San Pablo, la más antigua de Úbeda.


Del exterior destacamos la portada de los carpinteros del s.XIII (transición del románico al gótico) y la torre plateresca.


Del interior llama nuestra atención la Capilla del Camarero Vago, uno de los mejores ejemplos de la arquitectura funeraria ubetense. 


En una esquina de la plaza se conserva el primitivo ayuntamiento, que muestra una bella logia renacentista.


En el entorno de esta plaza se encuentra el convento carmelita de San Miguel, con el Oratorio de San Juan de la Cruz, reedificado donde estaba su celda y que aloja un museo con objetos y recuerdos del santo.


La visita termina en el Museo Arqueológico, instalado en una casa mudéjar del s.XV.


Buscamos un sitio donde tapear en la calle Real. Con lo bueno que hace para ser principios de julio, ¡que no llegamos ni a 30º!, decidimos sentarnos a comer en la terraza de la Taberna Patrimonio (18€).

En esta misma calle nos paramos delante del balcón en esquina del Palacio Vela de los Cobos, otro palacio diseñado por Andrés de Vandelvira.


La guía nos recomendó acercarnos hasta el Hospital de Santiago, aunque está un poco alejado del casco histórico. Trazado también por Andrés de Vandelvira, su fachada flanqueada por torres cuadradas sólo tiene ornamentación en la portada y en el techo de la torre, que está recubierto por cerámica vidriada de colores.



Hacemos tiempo para ver si podemos ver su interior... ¡pero no hay manera! Aunque estamos dentro del horario indicado en la oficina de turismo y del de la exposición que alberga, puede que se haya visto modificado por las "jornadas medievales". Tendremos que volver en otra ocasión para disfrutar de la decoración de su escalera, su capilla y el patio central.

Volvemos hacia el casco histórico y paseamos por el mercado medieval. No queda demasiado para que empiecen las actividades: pasacalles, espectáculo de cetrería...



Terminamos nuestro recorrido por Úbeda en la Redonda de Miradores, que sigue la línea de las murallas árabes y ofrece vistas sobre la campiña cubierta de olivos.


Llega la hora de retirarse a descansar a Baeza. Cenamos en otro de los bares que nos recomendaron, Xavi Taberna (11€), ¡cómo me gusta la época de caracoles!

Estamos realmente sorprendidos por la cantidad y calidad del patrimonio cultural, histórico y arquitectónico por metro cuadrado de estas dos ciudades "enfrentadas": palacios, iglesias, capillas, edificios civiles... ¡A ver qué nos depara Jaén!

11 de marzo de 2018

11 de marzo de 2018 - , Sin comentarios

Día 8 (I): Sélestat, tras los pasos del león y el gigante Sletto

¡Y llegó nuestro último día en Alsacia! La mañana se ha levantado lluviosa, pero no nos podemos quejar, porque para ser mediados de septiembre, todos los días ha hecho un tiempo genial.

La primera parte del día la dedicamos a descubrir Sélestat. Inicialmente no estaba incluida en nuestra ruta, pero como nos encontramos un folleto curioso en nuestro alojamiento y teníamos que hacer una parada en esta localidad para devolver las llaves a su dueño, decidimos darle una oportunidad. ¡Y nos sorprendió gratamente!

Aparcamos el coche cerca de la Tour Neuve y seguimos las huellas del león literalmente. El suelo está marcado con flechas que guían al visitante a través de los pasos de un león y de un gigante. El león forma parte del emblema de la ciudad y el gigante Sletto según la leyenda fundó Sélestat y le dio su nombre. El recorrido dura aproximadamente 2 horas y cuenta con 24 etapas. Cada una de ellas está marcada con una placa de bronce y un número.


La Tour Neuve formaba parte de la segunda muralla construida en 1280. Con el desarrollo de la artillería, sufrió varias modificaciones durante el s.XVII: un segundo cuerpo de mampostería sobre el que se abrieron unas cañoneras y un tejado en forma de bulbo.



Según nos vamos acercando a la torre nos sorprende el fresco de la Crucifixión. En la escena aparecen dos figuras ligadas a Sélestat: Santa Fe, reconocible por la parrilla en la que fue torturada y San Cristóbal con un niño Jesús sobre los hombros. No dudéis en atravesarla para ver otros dos frescos en su interior: uno que representa los gremios de la ciudad durante la Edad Media y el otro con una escena de caza y vendimia.

Recorremos un tramo de la rue des Chevaliers, una calle comercial, observando las bellas fachadas pintadas.



Retrocedemos hasta la sinagoga. Tiene planta central con forma de cruz griega, utilizada comúnmente en la construcción de sinagogas renanas. En la fachada vemos representadas las Tablas de la Ley y sobre la puerta principal una inscripción hebrea que reza: "Ésta es la puerta del Señor, sólo los justos la cruzarán."


Nuestra siguiente parada es en el Arsenal Sainte-Barbe. Nada más entrar en la plaza, nos sorprende su silueta característica. Construido en el s.XV, su función inicial era de almacén, antes de ser transformado en arsenal en el s.XVI. En este momento se dedicó el edificio a Santa Bárbara, patrona de la artillería. A finales del s.XIX se transformó en salón de festejos, para ello se agrandaron las ventanas del primer piso, construyéndose la escalera neogótica y un elegante porche.

Sobre la acera podréis leer unos versos de Erasmo de Rotterdam en homenaje a la ciudad de Sélestat.


En una esquina del arsenal nos encontramos una pequeña estatua de Santa Bárbara. Cuenta la leyenda que fue encerrada  en una torre por su padre para impedir que se convirtiera al cristianismo. A pesar de ello, consigue ser bautizada. Su padre al enterarse entra en cólera, la decapita y cae directamente fulminado por un rayo. Por eso se convirtió en patrona de la artillería.


¡La mires por donde la mires, la Torre Nueva es muy fotogénica!


A la vuelta de cualquier esquina vemos rincones que llaman nuestra atención.



El restaurante La Vieille Tour presenta una fachada extraña, en la que literalmente está integrada una torre, restos de la primera muralla de la ciudad.


Justo enfrente tenemos una escuela, edificio característico de la arquitectura de la época alemana de la ciudad. Se construyó en el emplazamiento del antiguo convento de los franciscanos. ¿Os habéis fijado en el mecanismo que sirve como campana?


Al lado tenemos la iglesia protestante. El tímpano evoca de manera figurada un verso del Evangelio de San Mateo: "Uno sólo es vuestro Maestro y vosotros sois todos hermanos", en la que varias manos se tienden hacia las de Cristo.


Como hemos podido comprobar en este recorrido, en Sélestat hay muchos edificios medievales y renacentistas. Uno de los más interesantes es la casa Ziegler, de la que destacamos la decoración de su balcón. Nos damos cuenta de que faltan una serie de medallones, perdidos durante la Revolución Francesa y en los que estaban representados arquitectos, artistas y eruditos de la antigüedad griega y romana.


Las flechas nos llevan hasta los baños municipales. Su decoración nos recuerda la función del lugar. Hay bajorrelieves de peces, náyades, caballitos de mar, patos, cisnes..., animales que tienen un vínculo especial con el agua.


Al igual que la escuela, el Tribunal también pertenece a la época alemana. Sobre la puerta del tribunal hay un búho, animal nocturno símbolo de la inteligencia y reflexión. Su papel aquí también es recordar que la justicia puede ver en la más absoluta oscuridad y discernir la verdad. A cada lado tiene un león alado, uno que sostiene un escudo con una espada y el otro con una balanza, símbolos tradicionales de la justicia: equilibrio, mesura y la fuerza de la ley.



En el horizonte podemos ver el Château d'Eau, construido a principios del s.XX e inspirado en el de Deventer, para proporcionar  a la ciudad agua potable.



Y llegamos hasta la Commanderie Saint-Jean, donde se encuentra la oficina de turismo. ¡A ver si vosotros tenéis la oportunidad de observar la escalera renacentista de la torre! En horarios de oficina, si abrís la puerta de la torre, descubriréis esta bonita escalera, cuya particularidad radica en su parte central helicoidal


La Biblioteca Humanista es uno de los edificios más conocidos de la ciudad. Recopiló obras de las colecciones de la Escuela Latina de Sélestat y del humanista Beato Renano, entre las que hay manuscritos e incunables muy valiosos. En el momento de la visita estaba en obras, aunque para las fotos salvamos bastante bien las vallas.



La siguiente parada es el Hôtel d'Ebersmunster. La torre de su fachada sur, con sus ventanas inclinadas y su escalera en forma de hélice, es semejante a la que acabamos de ver en la Commanderie Saint-Jean.



En la actualidad, el acceso al edificio se hace por la Cour des Prélats (fachada sur), aunque no siempre fue así. El rico portal labrado de su fachada norte, nos lo recuerda. ¿A qué ambas fachadas parecen pertenecer a distintos edificios?


Retrocedemos hasta la iglesia de la Sainte-Foy. Inicialmente fue una pequeña capilla, mandada a construir por la condesa Hildegarde de Buren en el s.XI, de la que todavía persiste su cripta. Allí se puede ver una máscara mortuoria de una mujer de la que no se conoce la identidad.

En el s.XII los monjes benedictinos de Conques decidieron ampliar la iglesia. Siglos después, con la llegada de los jesuitas, se hicieron bastantes modificaciones a su gusto, principalmente en estilo barroco. A finales del siglo XIX, se restauró la iglesia de acuerdo a su aspecto original, eliminando los elementos barrocos, armonizando la altura de las dos torres y terminándolas en flechas romboidales.


Prestad atención a la ornamentación en las arquivoltas y capiteles de la entrada, así como a los frescos del tímpano, que representan un Pantócrator rodeado por los símbolos de los cuatro evangelistas.




La bella iglesia de Saint-Georges nos espera en la próxima estación. De estilo gótico, en el exterior destacamos la altura de su torre (60m), la segunda más alta de Alsacia.



En el interior nos espera un tesoro, las vidrieras del coro, en parte del s.XV.



También llama nuestra atención el púlpito renacentista, labrado en piedra.


Rodeamos la iglesia y también observamos las típicas tejas de cerámica vidriada donde predomina el color verde.


Nos despedimos de Sélestat dando un paseo por uno de sus barrios más encantadores, el más antiguo de la ciudad, el quartier des tanneurs. ¡Hemos vuelto a descubrir otro pueblo de cuento!




Buscamos un sitio donde comer rápidamente y nos dirigimos sin prisa pero sin pausa a una de las últimas etapa de este viaje: el monte de Sainte Ódile.