29 de mayo de 2018

Día 3: Astorga, capital de la Maragatería

¡Y no podíamos terminar una visita a la Maragatería sin detenernos un poquito más en su capital, Astorga! El emplazamiento de esta villa, asentada en la encrucijada de dos antiguas calzadas romanas, la Ruta de la Plata y el Camino de Santiago, hizo que el ir y venir de peregrinos dejasen su huella en ella, gracias a diversas influencias culturales y artísticas.

Dejamos el coche en un aparcamiento gratuito junto a la Puerta de Rey. Nuestra idea inicial era dejarlo junto al Parque de "El Melgar", en otra zona de aparcamiento gratuito, pero al ser Semana Santa, en su lugar estaba montada la feria. También hay bastantes plazas de aparcamiento a lo largo de la avenida Murallas. ¡Todo esto a un paso del centro!  

El recinto histórico está parcialmente amurallado, y aunque su origen era romano (s.III), la mayor parte del lienzo que aún se conserva es medieval. 

Por encima de la muralla observamos los dos monumentos que por sí solos justifican una visita a Astorga, el Palacio Episcopal y la Catedral.  


En primer lugar nos dirigimos hacia el Palacio Episcopal, un edificio singular diseñado por Gaudí.  Con más aspecto de castillo de cuento, foso incluido, ¿qué nos deparará su interior?

En invierno a las 12 hay visita guiada, así que, aunque todavía quedaban 45 minutos, decidimos elegir esta modalidad de visita (8€/pers). Hasta que comenzase, nos daba tiempo a entrar a ver la exposición temporal sobre la Sagrada Familia y recorrer alguna de sus plantas.

¿Sabíais por qué se construyó en Astorga esta combinación de templo episcopal y fortaleza señorial? El obispo Grau contactó con su paisano Gaudí, con el que ya había coincidido anteriormente en otro proyecto, para diseñar un nuevo palacio episcopal tras la destrucción por un incendio de su anterior residencia. Quiso integrarlo completamente en el entorno de la ciudad, por eso su fachada posterior cuenta con un ábside neogótico que implica una continuidad arquitectónica con la catedral de Santa María. Sin embargo, como explico más adelante, este edificio nunca llegó a cumplir con su función original.


Gaudí también se interesó por los materiales locales y trabajó personalmente con alfareros y otros artesanos de la zona. La piedra utilizada para el exterior sería granito del Bierzo y la cerámica vidriada o el barro cocido usado para crear elementos decorativos en las jambas de las puertas, arcos o nervaduras procedía de Jiménez de Jamuz.


El acceso de entrada con su triple arco abocinado es uno de los elementos arquitectónicos más espectaculares de Gaudí. ¡Y es que esta novedosa estructura tuvo que ser reconstruida hasta tres veces!


En la visita guiada se realiza un recorrido cronológico por el palacio de poco más de una hora.

El sótano inicialmente iba a albergar el archivo, las bodegas y el museo arqueológico. Formado por una sola estancia apenas decorada, se considera la parte más gaudiniana del palacio, donde mejor se percibe el medievalismo. Aquí se concentran las columnas que sostienen la construcción.


En la planta baja, que iba a tener un uso administrativo, nos encontramos la exposición temporal sobre la Sagrada Familia. Si bien es cierto que en esta planta hay bastantes obras del Museo de los Caminos, quedan en un segundo plano al ser tapadas por los paneles, maquetas...

El vestíbulo central, decorado por una serie de escudos episcopales que se salvaron del incendio del anterior palacio, actúa como distribuidor hacia los distintos apartamentos. Desde allí también parte la escalera que comunica todas las plantas. Esta misma continuidad espacial se traslada a la planta principal.

Ya aquí nos damos cuenta de la importancia que adquiere la luz según la funcionalidad prevista para las salas, las orientadas al sur tienen más ventanales, como por ejemplo la secretaría.



La planta primera es la más ambiciosa decorativamente hablando, ya que iba a ser la planta ocupada por el obispo. Reconocemos una estética gótica: arcos apuntados, espacios diáfanos con arbotantes, aperturas de vanos, todo ello para elevar el edificio al cielo.


Según van avanzando las obras, Gaudí va cambiando sustancialmente el diseño del edificio. En esta planta principal, con forma de cruz griega (cuatro brazos iguales), el vestíbulo central actúa como distribuidor hacia la capilla, comedor, salón del trono y despacho. 


Sin lugar a dudas, la capilla gótica es una de las estancias más sorprendentes. El altar realizado en caliza y mármol lo presiden la Virgen y el Niño, en mármol de Carrara. A ambos lados parece que cuelgan dos preciosos tapices, que realmente son trampantojos pintados al fresco con escenas del Antiguo y Nuevo Testamento. 



Gaudí juega con la luz, al ser un lugar de recogimiento, de oración, la iluminación es escasa.

Los arcos ojivales se decoran con cerámica de Talavera con motivos renacentistas, una iconografía basada en grabados alemanes, procedente del taller de Daniel Zuloaga.



El despacho, al ser un lugar de trabajo, está bien iluminado. Destaca el conjunto de vidrieras decorado con heráldicas episcopales y cenefas vegetales

El comedor de gala es un espacio diáfano sobre la entrada del edificio. El muro apenas existe, la pared está repleta de vidrieras coloridas que permiten la entrada de mucha luz, y donde se incluye una cenefa con la bendición de la mesa en latín. La bóveda de crucería está decorada con esgrafiados de hojas de parra.

El salón del trono es la sala más simbólica del edificio. Su nombre se debe al trono en piedra caliza que está bajo un dosel incrustado en la pared en granito, este último diseñado por Gaudí. Allí el obispo recibiría visitas institucionales. Pero lo que más llama nuestra atención son los dos búhos en la cara interior de la sala. Recuerdan el perfil que debe tener el dirigente de la diócesis: intuición, vigilancia, paciencia y sabiduría.


El fallecimiento prematuro del obispo Grau en 1893 y las graves discrepancias técnicas de Gaudí con la nueva dirección del proyecto, provocaron la dimisión del arquitecto. Las obras estuvieron paradas durante algunos años.

La solución adoptada por Ricardo García Guereta para terminar la última planta y las cubiertas difiere con la propuesta por Gaudí, ya que al haber hecho muchas modificaciones en los planos iniciales según avanzaba la construcción se desconocía como pretendía integrar las chimeneas y los tres ángeles de zinc, que tuvieron que colocar en el jardín, en las cubiertas.

Se produce un fuerte contraste al acceder a la última planta. Con bóvedas bajas, mucho más compartimentada y muy austera, iba a ser destinada a albergar las habitaciones del personal, la cocina y el almacén.

Como Gaudí estaba en Barcelona dedicado a otros proyectos, el seguimiento de las obras se hizo principalmente mediante fotos, algunas de las cuales se encuentran expuestas en esta planta.

Este edificio nunca cumplió su función original, y no fue hasta 1964 cuando se le decide dar un uso cultural como sede del Museo de los Caminos, un muestrario de arte relacionado con la ruta jacobea.

Bajo nuestro punto de vista es una visita imprescindible, no tanto por el museo en sí, sino por la belleza arquitectónica del interior. Las explicaciones recibidas en la visita guiada ayudan a comprender y disfrutar más del edificio.

¡Hora de comer! Aunque es un poco temprano, las 13:30, como no tenemos reserva, nos dirigimos directamente al Restaurante Serrano, recomendados por el dueño de nuestro alojamiento. Un servicio impecable con productos locales de muy buena calidad: un hummus de aperitivo (tapa incluida con la bebida), deliciosos garbanzos con pulpo, revuelto de morcilla, calabacín y patata de la Cepeda, solomillo de ibéricos, para beber una botella de agua y de postre un semifrío de chocolate blanco, todo ello por 55€. Una cuenta un poco más alta que en otros restaurantes de la zona, pero es cierto que la calidad se paga.

Junto con el Palacio Episcopal, la Catedral de Santa María es otro de los imprescindibles de Astorga. Construida entre los siglos XV y XVIII sobre una primitiva de estilo románico, combina elementos góticos, renacentistas, barrocos y neoclásicos.


La fachada principal, en forma de espectacular retablo de piedra de estilo barroco, corresponde a las últimas etapas constructivas de la catedral. ¡No es raro que esta portada os deje con la boca abierta como a nosotros!

Dos torres idénticas están unidas al cuerpo central por medio de arbotantes. ¿Idénticas? ¿Os habéis fijado en el color de sus sillares? Estaréis un buen rato buscando cuál es el mejor lugar para hacer una foto casi imposible.




El precio de la entrada es de 5€/pers, e incluye el uso de una audioguía. La visita comienza por el Museo Catedralicio, donde podréis ver piezas muy interesantes como la arqueta de San Genadio, un arcón románico policromado proveniente del monasterio cisterciense de Carrizo de la Ribera, un crucificado de Gaspar Becerra, el Cristo de los Rubíes...

Tras rodear el claustro, de estilo neoclásico, entramos en la catedral. Dos de las capillas laterales llaman especialmente nuestra atención.

En la capilla del retablo hispanoflamenco se encuentra uno de los retablos que más nos sorprenden de la catedral, sobre todo por su colorido y los detalles en los rostros y en los ropajes. 


En la capilla de San Jerónimo destaca una impresionante representación del santo: su expresión, los músculos, los pliegues de la ropa... Una talla de magnífico realismo.


En la Capilla Mayor se encuentra una obra maestra de Gaspar Becerra, un precioso retablo renacentista.


La sillería del coro, del s.XVI, está realizada en madera de nogal sin repetirse ninguno de los detalles de las sillas.


Finalizada la visita a la Catedral, nos lanzamos a explorar la ciudad. El mejor itinerario para recorrerla es la ruta jacobea, muy bien señalizada, que nos hace pasar junto a sus principales monumentos y otros lugares con encanto del casco histórico.

¿Sois golosos? En nuestro trayecto hasta la plaza de España, se suceden las tiendas de mantecadas y chocolate, dulces típicos de Astorga. ¿Quién puede aguantar la tentación? Y es que durante el s.XIX floreció una próspera industria chocolatera, contando con unas 50 fábricas de chocolate a principios del s.XX. Si tenéis tiempo os podéis acercar a descubrir el Museo de Chocolate, el primero de su clase en España.

Localizamos también tres murales muy vivos sobre paredes de edificios: el primero dedicado a la Semana Santa astorgana, otro a las cajilleras, en homenaje a las mujeres que trabajaban estos envases de las mantecadas y el último dedicado a la cecina de León.


La Plaza de España está presidida por el Ayuntamiento del s.XVII, del que destaca su fachada barroca. La espadaña acoge una campana en la que dos autómatas maragatos dan las horas.




Junto a la Plaza Mayor, se encuentra la Ergástula, que se usaba como cárcel y en la que se ha instalado el Museo Romano. Desde allí parte la Ruta Romana, un itinerario arqueológico guiado por los restos romanos de la ciudad. Nosotros no conseguimos cuadrar los horarios, pero nos pareció muy interesante poder conocer su pasado romano.

Enfrente del Convento de los Padres Redentoristas se han excavado los restos de una casa romana, protegida bajo un tejadillo, la domus del mosaico del oso y del pajarito


Antes de emprender el viaje a casa, disfrutamos de un último momento de relax, con un café y un chocolate, acompañados con sus famosas rosquillas cortesía de la casa en el Café Pasaje, en la Plaza Mayor.

Nos despedimos de Astorga con la imagen en la retina de un edificio modernista, la casa Granell, que nos recuerda en cierto modo a París y sus bulevares con edificios de principios del S.XX.

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