6 de mayo de 2018

Día 2: Pueblos del Camino, una fragua medieval y una iglesia mozárabe

Otra posible ruta para conocer la Maragatería es el itinerario que marca el Camino de Santiago: Castrillo de los Polvazares, Santa Colomba de Somoza, Turienzo de los Caballeros, Rabanal del Camino y Foncebadón.

Empezamos el día donde lo dejamos el día anterior: Rabanal del Camino, comienzo y final de etapa según el Códice Calixtino. ¡Menudo frío! Todavía quedan restos de nieve en alguna calle sombría. Recorremos la calle Real, donde nos cruzamos con algún peregrino. ¡Buen Camino!

La iglesia parroquial, declarada BIC, fue construida a finales del s.XII en estilo románico, con cabecera semicircular. Cuenta también con la espadaña típica de las iglesias maragatas, añadida en el s.XVIII, pero lo que más llama nuestra atención es su reloj, regalo de Antonio Canseco al pueblo que le vio nacer.


Este relojero afincado en Madrid diseñó un reloj sin pesas, que funcionaba mediante un sistema de motor a resortes denominado sistema Canseco.


Con el viento y frío que hace, decidimos no pararnos en Foncebadón. Un pueblo prácticamente abandonado, pero que con el auge del Camino se ha revitalizado, gracias a la construcción de albergues, tiendas y restaurantes al servicio del peregrino.

Hacemos un alto en la Cruz de Ferro, que marca una línea divisoria con el Bierzo. Todos los peregrinos se paran enfrente de este poste de 5m de altura coronado por una pequeña cruz de hierro. Hay un montículo de piedras, cada una de su padre y de su madre, a sus pies. La tradición dice que el peregrino debe traer una piedra de su lugar de origen y arrojarla a la cruz de hierro para librarse de todas las cargas y culpas que haya venido cargando durante su vida. La piedra tiene que ser tan grande como sus propios pecados.


Como elemento curioso, hay instalado un reloj analemático que permite conocer la hora situándose en el rectángulo central, apoyando los talones en función del mes. Nuestra sombra señalará la hora solar verdadera. Con la niebla que hay, el invento no funciona, así que miramos la hora en nuestro reloj de pulsera.


En la década de los 80 se construyó junto a la Cruz una ermita dedicada al apóstol Santiago, donde se celebra la festividad de Santiago con una romería. 


Hemos estado estos últimos días pendientes del estado de la carretera LE-142, porque desde Rabanal del Camino hasta El Acebo era necesario circular con cadenas. Por suerte hoy la carretera está limpia, así que todos los peregrinos siguen su trazado, hay demasiada nieve en los senderos, ¡Precaución!

Atravesamos El Acebo por su calle principal, un pequeño pueblo con casas de piedra y tejados de pizarra y bastante animado por la llegada de peregrinos. A su salida, unas señales nos indican el camino hacia la herrería de Compludo.

Dejamos el coche en un aparcamiento habilitado y seguimos un sendero que transcurre por la orilla del río, adentrándonos en la espesa vegetación. Esta herrería está declarada monumento histórico nacional y su emplazamiento está asociado con la fundación del Monasterio de Compludo por San Fructuoso durante el s.VII.



Allí nos recibe Manuel, que pertenece a la cuarta generación de herreros, quien por 4€/pers nos hace una demostración del funcionamiento de esta fragua, muy especial porque genera aire continuo sin necesidad de fuelle y tiene un martillo pilón con velocidad regulable. Nos sorprende su entusiasmo al hablar de este oficio artesanal casi desaparecido y tan importante para su familia.


Por efecto Venturi se obtiene la corriente de aire necesaria para avivar la fragua. ¡Qué ingenioso!



A través de una compuerta accionada desde el interior se regula el caudal del agua, que incide sobre una turbina de madera variando su velocidad de giro. Mediante un árbol de levas el movimiento de giro se transforma en otro ascendente-descendente, de tal manera que el martillo pilón, que se encuentra en el otro extremo de la viga, golpea sobre el yunque donde se trabaja el hierro con la velocidad deseada.


En el exterior podemos contemplar el banzao, un pequeño depósito situado en la parte superior de la herrería al que llega el agua del río desviada a través de un canal. A través de un sistema de palancas se pueden manejar las dos compuertas, dependiendo de si el herrero quiere generar una corriente de aire para avivar el fuego o el movimiento del martillo pilón. 



Nos dirigimos hacia uno de los enclaves más importantes de la Ruta Jacobea en León, la villa medieval de Molinaseca, inconfundible por su Puente de los Peregrinos. Comimos en el Mesón Puente Romano, un restaurante muy acogedor con menú del día por 16€. El café nos lo tomamos al sol en la terraza que tiene a los pies del puente.


Por la tarde nos adentramos en el Valle del Silencio para conocer uno de los pueblos más bonitos de España. Una carretera de montaña estrecha y sinuosa, sin quitamiedos y en la que en algunos tramos no caben dos coches en paralelo, nos conduce desde Ponferrada hasta este valle.



Nuestra primera parada es el Monasterio de San Pedro de Montes. Una interesante visita guiada de algo más de media hora sólo para nosotros dos (2.5€/pers), pues parece que somos los únicos atrevidos que hemos llegado hasta aquí, nos descubre este monasterio que está prácticamente en ruinas, excepto su iglesia.

Tras la fundación del Monasterio de Compludo, San Fructuoso se retira a este enclave perfecto alejado de la civilización para crear este monasterio que permaneció en funcionamiento hasta la llegada de los musulmanes y se reconstruyó con la llegada de San Genadio a finales del s.IX. En su momento de mayor prosperidad llegaron a convivir unos 70 monjes. Su cierre y abandono se produjo con la desamortización de Mendizabal.

Junto a la antigua entrada del claustro se conserva una lápida grabada relatando la consagración y la historia del edificio.


Recorremos los espacios destinados a las celdas y el claustro. Estos últimos siglos la vegetación ha campado a sus anchas en el interior, es una lástima que un edificio de estas características esté en este estado de ruina.



Los monjes recogían plantas para extraer sus jugos y preparar medicinas y elixires. De ello da fe la piedra que allí podemos contemplar: dos espacios circulares para machacar las hierbas, con sendas acanaladuras que confluyen para lograr la mezcla de los extractos.


Atravesamos sus bellos arcos hechos con lajas de pizarra, sin uso de argamasa.


Junto con la guía salimos del conjunto monacal para entrar en la iglesia. Nos sorprende demasiado su exterior, "víctima" de diferentes reconstrucciones y aportaciones arquitectónicas. Su torre es la parte más antigua y presenta trazas del románico del s.XII, mientras que su fachada es de estilo neoclásico del s.XVIII. El altar se completa con un retablo barroco.



Volvemos a la sinuosa carretera, ¡por favor, que no nos crucemos con nadie! Llegamos hasta Peñalba de Santiago, uno de los pueblos más bonitos de España, no lo decimos nosotros, sino la Asociación los pueblos más bonitos de España.


Un pueblo pintoresco donde se respira paz y sosiego. Todas las construcciones respetan una uniformidad, un entramado de calles empedradas con casas de piedra, tejados de pizarra y balcones de madera. Merece la pena recorrer todas las calles y detenerse en cualquier esquina.



Se ha detenido el tiempo, es un pueblo demasiado tranquilo, que parece haber sido arreglado para ser admirado, no para vivir. Es difícil describir las sensaciones que transmite este pueblo tan perfecto.


Pero, sin lugar a dudas, la joya de Peñalba es su iglesia mozárabe del s.X, un fenómeno de excepción en el norte de España. ¡Y qué suerte la nuestra, en diez minutos empieza la última visita guiada del día (2.5€/pers)!


En primer lugar te presentan las labores de restauración a las que se está sometiendo a la iglesia y la vida del pueblo en un vídeo.

Quince minutos después accedemos al interior de la iglesia por un doble arco de herradura soportados por columnas de mármol y por capiteles corintios.


Al entrar, lo primero que observamos es que tiene dos ábsides contrapuestos, uno en el que está la imagen de San Genadio (donde estuvo enterrado hasta el s.XVI) y otro con la de Santiago Apóstol.


Gracias a los trabajos de restauración se han descubierto pinturas murales y un conjunto de "grafitis" medievales ocultos tras las capas de cal. 


Al muro norte se adosa un sepulcro románico.


En la jamba izquierda de la puerta norte se encuentra una inscripción funeraria.


Unas indicaciones desde el pueblo nos conducen hasta la cueva de San Genadio, lugar donde se retiró el monje a meditar. Cuenta la leyenda que en su búsqueda del silencio llegó mandar callar a las aguas del río Oza, que desviaron su cauce. Decidimos no recorrer esta pequeña caminata, ya que necesitaríamos al menos una hora y cuarto para llegar hasta nuestro alojamiento y queríamos hacer la ruta con la luz del día. La carretera no invita a ser recorrida de noche.

Terminamos la jornada en el restaurante de la hostería, degustando unos calabacines rellenos, una ensalada y arroz con leche (26€). Ha sido un día muy completo en el que hemos podido conocer pueblos pintorescos, lugares destacados del Camino de Santiago, oficios casi extintos y arte mozárabe en zonas recónditas. Ha merecido la pena.

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