El enclave idóneo para visitar todos los puntos turísticos de Madeira, es su capital, Funchal, donde se encuentra la principal oferta hotelera. Principalmente en dos zonas: el Lido/Estrada Monumental y el centro del casco histórico. Si vais en busca de unas vacaciones de relax en un complejo hotelero tipo resort, la mejor opción es el Lido. Es la zona turística por excelencia, con multitud de restaurantes, bares, tiendas, centros comerciales... Si preferís estar a tiro de piedra de los monumentos de la ciudad y pasear por sus callejuelas, elegid el casco histórico.

Aunque en otra situación hubiésemos sido eminentemente prácticos y habríamos alquilado un apartamento para toda nuestra estancia en Funchal, no hay que olvidar que estamos de luna de miel, y también nos apetece disfrutar algunos días de los servicios que ofrece un hotel de lujo.

Por tanto, en función de los días de alquiler de coche, repartimos seis noches en los apartamentos Atlântida y tres noches en el Hotel The Vine, separados por algo menos de 100m y justo al lado del Jardín Municipal.



En la rua Ivens, a pocos pasos del centro comercial La Vie están los apartamentos Atlântida. Desde Hotelopia conseguimos el precio más barato: 370€ por 6 noches (sólo alojamiento) por un estudio superior con terraza (45m2).

Decorado con colores cálidos, cuenta con una habitación con una cama doble, cocina, zona de estar con sofás y televisión, un cuarto de baño con bañera y una pequeña terraza con dos sillas, desde la que se contempla una fortaleza.



La cocina está completamente equipada con nevera, microondas, horno y lavavajillas. Sin embargo, no cuenta con bayeta, estropajo o jabón para fregar a mano. Nosotros compramos en el supermercado estropajos y pusimos jabón del baño en un vaso para poder limpiar.

Como todos los días arreglan la habitación como si estuviéramos en un hotel, al darse cuenta de que no teníamos Fairy, nos llenaron un vaso con éste. También teníamos puestos unos papeles de periódico de cualquier manera sobre la mesa para no manchar el cristal, y una tarde nos dejaron puesto un mantel. ¡Chapeau por el servicio de limpieza!

Si queréis realizar los desayunos y cenas en el apartamento, sólo es necesario que os acerquéis al centro comercial La Vie, donde se encuentra la cadena de supermercados Pingo Doce.

Si disponéis de coche, os daréis cuenta de que están muy bien ubicados para salir de la ciudad hacia la autovía. Aunque cuenta con un garaje (de pago), preferimos aparcar el coche en el Parking São João, en la Av. Calouste Gulbenkian, junto a la estación de autobuses. Por su localización, su horario (abierto las 24h del día, los 7 días de la semana) y precio (4,5€ día completo), nos parece la mejor opción. Tened en cuenta que muchos aparcamientos cierran por la noche y los fines de semana.


El hotel boutique The Vine está integrado en el moderno centro comercial La Vie. Si entráis en el centro comercial por la Rua dos Aranhas, a ambos lados encontraréis discretos ascensores. La recepción está ubicada en la segunda planta. Es necesaria una tarjeta para acceder a las plantas con habitaciones, al gimnasio y al spa.

Conseguimos una oferta en Hotelopia por 420€ 3 noches incluyendo desayuno de tipo buffet. Al llegar nos hacen un upgrade a Junior Suite. ¡Esto promete! Mientras esperamos a que nos arreglen la habitación nos ofrecen un vale para una consumición gratis en la azotea. ¡Si todavía tenemos el desayuno en el gaznate! ¡Lo guardaremos para más tarde! Y es que hemos salido de los apartamentos con nuestras maletas para entrar directamente en el hotel.

Un botones recoge y guarda nuestras maletas en una sala. ¿Habrá que darle propina? Decidimos ponernos en marcha para descubrir los tesoros de Funchal.

Volvemos al hotel después de comer y nos entregan la tarjeta de la habitación. Otro botones nos acompaña con las maletas y nos explica el funcionamiento de las luces y los servicios que ofrece el hotel. Encima de la cama una carta de bienvenida, sobre la mesa una botella de champagne y dos pasteles de nata felicitándonos por nuestra boda. ¡Menudo detallazo!

Ricardo Bofill es uno de los arquitectos que participó en el diseño de este hotel de cinco estrellas, siendo el diseño interior de Nini Andrade, con el que se intenta recrear la tradición vinícola de Madeira. Dependiendo de la planta, los colores y tonos varían. El segundo piso simboliza la primavera, verde; el tercer piso el verano, morado; el cuarto piso el invierno, gris y el quinto piso el otoño, marrón.

Nuestra habitación es espaciosa, de aproximadamente 55m2, con una cama superking size con su carta de almohadas, una zona para descansar y un escritorio. El contenido incial del minibar es gratuito, sólo es de pago si se rellena. Todas las noches nos espera un bombón encima de la cama.


El baño está integrado dentro de la suite, separado por un cristal. Una bañera hidromasaje a la izquierda de la cama, una ducha y un WC en dos habitáculos independientes.

Pero sin lugar a dudas, lo que más nos enamoró fue su azotea, en la que podéis encontrar una piscina infinita, un jacuzzi, un bar y el restaurante UVA. Aunque no estéis alojados en el hotel, podéis subir para disfrutar del bar y/o el restaurante.


¿A que no es difícil pensar en relajarse aquí con una temperatura agradable, tumbado con un buen libro en tu hamaca, con tu rico cóctel, observando la panorámica de Funchal y olvidándote de tu rutina diaria?
Reservamos una noche para cenar en su restaurante UVA, donde un chef tres estrellas Michelin funde la cocina francesa con la local. Mientras esperamos, un aperitivo.

De postre una especie de milhoja con helado. ¡Ñaaaaaaaaaam! Un lugar idílico, unas vistas fabulosas, con las luces de Funchal, iluminación navideña... Con la llegada del buen tiempo, en primavera y verano tienen mesas ubicadas en el exterior.

Y seguimos con otro servicio gratuito que nos ofrece el hotel: el spa, que nos pareció un poco pequeño para un hotel de estas características, ya que sólo tiene un jacuzzi, una ducha y un baño turco. No hay circuitos termales o chorros lumbares.

El desayuno buffet se sirve de 7 a 10:30h en el Restaurante Terra, donde hay muebles que simulan parras retorcidas. Es muy completo y variado, pudiendo elegir platos fríos y calientes. Como curiosidad, una pareja de rusos desayunaba todos los días con una botella de champán.

Dispone de aparcamiento gratuito y una atención al cliente genial.

El único mal sabor de boca que nos ha dejado este elegante hotel es el horario de servicio de limpieza de las habitaciones. Os describo la situación: salimos del hotel a las diez de la mañana, regresamos a las dos y encontramos la habitación tal y como la habíamos dejado. Damos aviso en recepción. Volvemos a las cuatro, después de comer, para echar una siesta y la habitación sigue sin estar preparada. Bajamos otra vez a recepción, donde nos indican que el horario del servicio de limpieza está establecido hasta las cinco. ¿Y tenemos que esperar casi otra hora más cuando se ha dicho dos veces que la habitación está sin hacer?