¿Qué mejor manera de celebrar tu cumpleaños que con una escapada sorpresa en pareja? El lugar elegido fue Zafra, que ese primer domingo de marzo celebraba su festival de la tapa.

Zafra está en torno a hora y cuarto de Sevilla, por lo que es un destino perfecto para echar el día. Aparcamos sin problema en la plaza de España que, aunque es zona azul, el domingo es libre de pago. En primer lugar nos dirigimos a la oficina de información y turismo, que se encuentra en esta misma plaza.

El itinerario propuesto es el siguiente:

Antes de realizar la visita guiada del museo de Santa Clara, nos dirigimos al Palacio de los Duques de Feria, actual Parador. Exteriormente, tiene el aspecto de una fortaleza con sus torres almenadas. ¿Qué encontraremos en su interior?

 

Para darle un aire palaciego, construyeron un bonito patio renacentista de mármol blanco.

La sala que acoge el bar cafetería conserva su techado mudéjar. Como no nos alojábamos en el hotel, no pudimos acceder a más salas, con lo que nos perdimos la cúpula gótico-mudéjar de la capilla.

Nos dirigimos hacia el museo de Santa Clara por la puerta del Acebuche, una de las puertas de la muralla que todavía sigue en pie. A este museo se accede peatonalmente por la calle Sevilla, la calle comercial por excelencia de la ciudad.

La entrada y la visita guiada al museo de Santa Clara son gratuitas. Este museo forma parte del convento del mismo nombre, donde se puede visitar su sacristía, su iglesia, su enfermería, su locutorio y la recreación de una celda. 

En la sacristía, reconvertida en recepción del museo, nos hicieron una introducción a la historia de la ciudad. Situada al borde de la calzada romana de la Plata se convirtió en el núcleo principal del Señorío de Feria a finales del s.XIV debido a su situación geográfica y a su abundancia de recursos agrícolas y ganaderos. En ese momento, se realizaron cambios urbanos importantes como la construcción de una muralla que englobaba amplios espacios vacíos, la construcción de su residencia (el alcázar) y de un panteón familiar (el convento de Santa Clara), que la convertirían en la ciudad que hoy conocemos.

Recorrimos los pasillos y llegamos al locutorio. En un convento de clausura es la sala donde las monjas pueden recibir visitas y hablar entre ellas, y que está separada del exterior por una reja.

También vimos la recreación de la austera celda de Sor Celia, donde pudimos imaginarnos la vida diaria de una clarisa, a través de su hábito, elementos de mortificación (cilicios), un rosario y un crucifijo.

El 80% de los bienes del convento se perdieron el s.XIX durante los periodos de las desamortizaciones, aunque por suerte, se han conservado algunos tesoros como la siguiente etapa de via crucis de nácar taraceado (que estaba en el coro).

 

En la enfermería de la planta baja se da a conocer la historia de la fundación del monasterio y su vinculación con la Casa de Feria.

 

 

En último lugar visitamos la iglesia del convento, de nave rectangular, con una distribución muy similar a la de una iglesia parroquial.

En el retablo del altar mayor destaca la imagen del s.XV de la Virgen del Valle, flanqueada por la imagen de San Francisco y por la de Santa Clara. 

A los pies del altar mayor se encuentran los monumentos funerarios de los primeros señores de Feria, realizados en alabastro.

  

Rodeando la nave podemos contemplar cuatro retablos idénticos de estilo barroco, tres en el lateral derecho y uno en el izquierdo. También nos encontramos una pequeña capilla relicario, que alberga la colección de reliquias que reunieron los duques de Feria.

Al fondo de la nave, se encuentra una ventana con doble reja que comunica el coro de las monjas con la iglesia y que las permite contemplar el altar mayor desde la sillería. A su derecha, una escalera conduce al comulgatorio. Se aprovecha el nivel de la solería del coro, que está más elevado, para enterrar a las monjas.

 

Si no os cuadrase realizar la visita guiada de las 12h, podéis ver perfectamente el museo por libre, ya que tiene paneles interpretativos y explicativos muy completos.

Nos dirigimos hacia la plaza Grande. De camino, al final de una calle sin salida, nos encontramos el hospital de Santiago, del que nos sorprende su portada. En la hornacina hay una pintura barroca que representa la Anunciación del Arcángel San Gabriel. 

La plaza Grande está construida sobre el antiguo atrio y cementerio de la parroquia de la Candelaria. El desarrollo mercantil propició la construcción de soportales, donde se comercializaba. ¡Una placita muy agradable donde sentarse al sol!



A través del Arquillo del Pan, bajo el que se encuentra la capilla barroca de la Esperancita, accedimos a la plaza Chica, donde se celebraban los mercados semanalmente. A lo largo del fuste de una columna, está grabada la vara de Zafra, con la que se comprobaban las medidas de los géneros.


Es una plaza rectangular rodeada de soportales, excepto en un lateral, donde está el Palacio de Justicia.


Nos dirigimos hacia la calle Boticas, una de las calles que desemboca en la plaza, para ver la Casa del Aljimez. Destaca la ventana mudéjar y el esgrafiado que decora su fachada.


Paseamos por la calle de Jerez hasta la puerta del mismo nombre.  


Seguimos el trazado de la antigua muralla hasta la puerta de Badajoz, conocida como puerta del Cubo.


Desde allí nos acercamos a la Colegiata de la Candelaria. Como es domingo sólo se abre durante el horario de misas y no llegamos a tiempo de verla abierta. ¡Visita pendiente para otra ocasión!

En la plaza de Pilar Redondo está el ayuntamiento, al que sólo se puede acceder durante los días laborables para contemplar un amplio claustro porticado con dos niveles. En esa misma plaza se puede ver la Casa-Palacio del Conde de la Corte, convertida en hotel de lujo y varias fachadas modernistas y neoplaterescas.

 

Seguimos nuestro camino hacia el Parador por la calle Gobernador. En esta calle se pueden observar algunas casas burguesas y de la nobleza. 

Como era el festival de la tapa (2€ la tapa en cualquier local), teníamos fichados varios sitios para tapear, entre ellos la cafetería del Parador. Un lugar con mucho encanto y lo más importante, tranquilo, donde pudimos disfrutar de una ensalada tricolor de bacalao con vinagreta y un talego de manitas de cerdo con hongos acompañado de patatas viajeras. ¡Menuda pinta! 

También elegimos L'Artesa en la plaza Grande, donde pudimos degustar milhojas de foie con manzana al toque Pedro Ximénez con cebolla caramelizada y tataki de atún rojo con salsa de mango, polvo de aceitunas negras, al toque de menta fresca.

Dimos un último paseo por el casco histórico y nos despedimos de la ciudad con esta imagen de la parte posterior del Parador.

A 35km de Zafra se encuentra Jerez de los Caballeros, nuestro próximo destino. Casi sin darnos cuenta entramos con el coche en el casco histórico, caracterizado por calles estrechas y empinadas, y conseguimos aparcar en la calle Alhóndiga.

En primer lugar nos acercamos a la iglesia de San Miguel Arcángel. Nos llama la atención su bella torre barroca, que se puede ver desde muchos puntos de la ciudad. Estaba abierta, así que no dudamos en entrar a su interior.