22 de mayo de 2017

Día 5 (II): Tarde en Friburgo y vuelta a Alsacia

Después de disfrutar de una tranquila mañana en Triberg, nos dirigimos hacia Friburgo, nuestra última parada en la Selva Negra.

Siempre que organizamos una visita a una ciudad intentamos ir con algunos deberes hechos, por lo que antes de llegar sabíamos que en su núcleo urbano sólo se permite la circulación de coches que disponen en la luna de una pegatina verde.

Si no lleváis la pegatina verde os pueden multar: aunque el coche cumpla los niveles de emisiones permitidos o la matrícula sea extranjera.

Según nos íbamos acercando, los letreros nos avisaban de que estábamos entrando en la "zona ambiental", así que como nuestro coche francés no tenía la pegatina, lo dejamos aparcado en el P+R Gundelfinger, en el que el estacionamiento era gratuito. Fuimos a las paradas de tranvía/autobús para averiguar cuál nos podía llevar hasta la zona de la catedral y dónde podíamos comprar los billetes, ya que no veíamos por ningún lado taquillas ni revisores. Decidimos subirnos en uno justo en el momento en que se iba a poner en marcha, ¡y dentro estaban las máquinas expendedoras! El billete sencillo válido por una hora a 2.30€/persona.

El tranvía nos dejó justo en el casco histórico en la calle comercial Kaiser-Joseph-Straße, cerca del cruce con Bertoldstraße. Desde allí contemplamos una de las antiguas puertas de la muralla: Martinstor


Aunque por su tamaño la ciudad vieja de Friburgo puede recorrerse perfectamente sin mapas, nos acercamos a buscar uno a la oficina de turismo en la Rathausplatz. Nos proponen el siguiente recorrido, que puede realizarse en una tarde: 


Ya son casi las tres de la tarde y nuestros estómagos piden a gritos a comer, así que nos sentamos en uno de los bancos alrededor de la fuente de la Rathausplatz y sacamos nuestro picnic. Miramos a nuestro alrededor y dos edificios llaman nuestra atención.

El Ayuntamiento Viejo actualmente alberga la oficina de turismo y está pintado de un vivo color rojo. Originalmente toda su fachada estaba decorada con pinturas renacentistas.


A su lado se encuentra el Ayuntamiento Nuevo, que no fue construido hasta principios del s.XX, al reformarse un edificio renacentista. Sirvió como edificio administrativo y claustro de la Universidad, además de convertirse posteriormente en facultad de anatomía. Si estáis cerca al mediodía, suena a diario un carillón.


¡Si veis las puertas abiertas entrad y podréis disfrutar de esta bonita fuente!


En el suelo de la plaza podéis ver los escudos de las ciudades europeas hermanadas con Friburgo. ¡Y Granada se encuentra entre ellas!

También nos acercamos a la iglesia de San Martín, de la que apenas hay nada que reseñar. Pero entramos para ver si en su interior se escondía algo interesante... ¡Juzgadlo vosotros mismos!


Estamos en una de las principales ciudades universitarias de Alemania, con un ambiente  bastante internacional, así que nos acercamos a los edificios de la Universidad. ¡Parecemos dos estudiantes más!

Tras rememorar nuestra época universitaria, nos dirigimos hacia la Münsterplatz para ver uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad: la catedral.


Construida en arenisca rojiza, ¿no os recuerda esta piedra a la de la catedral de Estrasburgo? De estilo principalmente gótico, destaca su magnífica torre con forma de pirámide octogonal de 116 metros, que domina por completo una de las fachadas.


Nos sobrecoge su entrada: el tímpano y las arquivoltas están decoradas con distintas figuras policromadas que representan personajes y escenas del Antiguo y Nuevo Testamento. ¡Impresionante su estado de conservación!



La entrada a la catedral es gratuita. Su planta presenta una amplia nave principal con deambulatorio, mientras que las naves laterales son muy estrechas, posiblemente debido a sus orígenes como templo románico. En los pilares que separan las naves hay estatuas policromadas que representan a los doce apóstoles.


Otro de sus grandes atractivos son las vidrieras, originales en su mayor parte de su época de construcción, aunque algunas se modificaron o completaron en el s.XIX. 

Si queréis pasear por las capillas del deambulatorio y el presbiterio, os costará 2€/persona. 

Se entra a través de la capilla de San Nicolás, la parte más antigua de la catedral, de principios del s.XIII y que todavía conserva restos románicos.


El retablo mayor es renacentista, de Hans Baldung Grien. En la tabla central podemos ver una escena de la Coronación de la Virgen, flanqueada por dos tablas con sendos grupos de apóstoles, liderados por San Pablo (a la izquierda) y San Pedro (a la derecha). Ambos grupos se encuentran enfrentados en tensión, San Pablo representa la disputa intelectual y la renovación de la fe, mientras que San Pedro representa la defensa de la tradición.


En la parte posterior de este retablo, en su tabla central, podemos ver la crucifixión en el Calvario. Las tablas laterales muestran a San Jerónimo, San Juan, San Lorenzo y San Jorge, patrón de Friburgo.

 

En la capilla Imperial Sur, las vidrieras donadas por la dinastía Habsburgo muestran al emperador Carlos V con Santiago.


Paseando por las diferentes capillas, podréis descubrir retablos y altares interesantes como los siguientes:



Ya de vuelta al exterior, recorrimos la Münsterplatz, una plaza pintoresca rodeada de notables edificios de distintas épocas. No nos pasa desapercibido el Historisches Kaufhaus, pintado de un vivo color rojo, de una manera semejante al Ayuntamiento Viejo. Una bella construcción flanqueada por dos pequeñas torres de estilo gótico decoradas con los escudos heráldicos de la casa Habsburgo. En su fachada, las cuatro estatuas policromadas representan a emperadores de esta familia.


Desde aquí continuamos hasta la otra puerta de la muralla que se conserva: Schwabentor


Completamos nuestro paseo deambulando por pintorescas callejuelas. Por todas partes se ven los bächle o riachuelos, característicos del casco histórico de Friburgo. Se dice que si metes un pie en uno de ellos volverás, nosotros no lo hicimos, ¿volveremos?

Es hora de regresar al coche. Sélestat está a unos 50 minutos de Friburgo, ya en el lado francés, y teníamos que llegar antes de las ocho para recoger las llaves de la casa rural. 

La casa está en Dieffenthal, un pequeño pueblo ubicado en la ruta de los vinos de Alsacia. Como parece que no hay mucha oferta de restauración, dejamos el equipaje y nos fuimos directamente hacia Dambach la Ville. ¡Qué bonito todo! Estos pueblos con casas de cuento y balcones con flores, muchas flores, me recuerdan a la película de la Bella y la Bestia.


Con la mala suerte de que ese día, el restaurante al que íbamos, cerraba. ¡Ouch! Callejeamos por el pueblo, y tampoco parecía que hubiera muchos restaurantes... ¿Cenaríamos esa noche? Decidimos regresar hasta Scherwiller. Cuando lo atravesamos para ir a casa, nos pareció que podía ser medianamente grande. 

Pasamos por delante del restaurante À la couronne y nos quedamos. Cenamos tranquilamente en el patio, unos raviolis rellenos de queso munster y baeckeoffe por 27€. El baeckeoffe es un plato típico de la zona, compuesto por trozos de carne de cordero, ternera y cerdo, todo ello macerado, y con rodajas de patata y cebolla. ¡Para chuparse los dedos!

  

Si alguna vez vais a este restaurante, entrad en los baños. Están diseñados como si fuera un submarino, las manos te las lavas frente a un acuario.

Después de cenar dimos una pequeña vuelta por el pueblo y a la cama. A la mañana siguiente empezaríamos a descubrir la Alsacia en todo su esplendor.

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