17 de octubre de 2018

Día 7: Miradores, levadas y grutas volcánicas en Madeira

Como todas las mañanas rehacemos el itinerario del día conforme a la meteorología. Tenemos muchas ganas de caminar sobre las nubes en el Pico Areeiro, pero el pronóstico del tiempo no es muy alentador. Apuraremos hasta mañana (nuestro último día con coche) a ver si podemos disfrutar de nubes de algodón bajo un cielo azul sin lluvia. ¿No pido demasiado verdad?

Nuestra primera parada del día será el mirador de Eira do Serrado. Desde allí se puede contemplar un profundo valle flanqueado por enormes picos. Reconocemos un pueblo que parece encajado entre las montañas, con escarpadas terrazas de cultivo, Curral das Freiras. Sin palabras nos deja esta estampa.



La antigua carretera estrecha, serpenteante, al filo de un precipicio está cortada al tráfico. ¡Si incluso quedan sobre ella restos de desprendimientos! ¿Sabíais que este pueblo estuvo prácticamente incomunicado hasta los años 60 cuando se construyó esta carretera?


El siguiente punto de nuestro recorrido será el acantilado más alto de Europa, el Cabo Girão. Unos tornos deshabilitados (¡no os asustéis, que la entrada es gratuita!) nos permiten el acceso al mirador. Construido sobre una plataforma con suelo de vidrio suspendida en el vacío, a nuestros pies contemplamos una caída libre de 580m. Junto con las magníficas vistas panorámicas, son motivos suficientes para acercarse a este mirador.


Tras tres días completos en la isla, es hora de recorrer nuestra primera levada. Como ya os he comentado en posts anteriores, en Madeira hay una red de caminos única para senderistas, a lo largo de un sistema de canales llamados levadas.

Los primeros canales de riego se crearon en el s.XV, poco después de la colonización de la isla, para el cultivo de la caña de azúcar y viñedos, llevando el agua desde el interior, donde es un recurso abundante, a cualquier otro punto de la isla.

Aunque los caminos que acompañan a las levadas sirven para su mantenimiento, son ideales para hacer senderismo. Pueden ser más o menos estrechos, estar al borde de un acantilado o un precipicio o atravesar un frondoso bosque de laurisilva, pero sin lugar a dudas, podemos afirmar que cada uno de ellos es único y te va a conducir a rincones espectaculares.

Nos dirigimos hacia Rabaçal, para descubrir la famosa levada de las 25 Fuentes, una de las más conocidas y por tanto, transitadas de Madeira. Dejamos el coche en el aparcamiento habilitado y recorremos cuesta abajo unos 2km por una carretera asfaltada protegida por una barrera, hasta el refugio de Rabaçal, donde comienzan las levadas de las 25 Fuentes (PR6) y de la Cascada del Risco (PR6.1). Esta primera parte del recorrido también la realiza un minibus de pago. Si estáis en forma, merece la pena bajar andando, disfrutando de las vistas.


Aprovechamos para entrar en los servicios públicos de la casa forestal y bajamos una larga escalera de bloques de piedra. Las dos levadas comparten un tramo común. Al llegar al desvío, optamos por realizar primero la más larga (PR6) y en el regreso seguir las indicaciones hasta la Cascada del Risco.

Como se atraviesan bosques de laurisilva, se puede sentir mucha humedad en el ambiente y el terreno puede estar resbaladizo, así que venid bien preparados con ropa de abrigo y calzado adecuado.

Llegar al paraje conocido por sus 25 fuentes no tiene pérdida, todos los desvíos están bien señalados con postes de madera y hasta una persona con poca (o ninguna) orientación puede hacerla. ¡Sólo hay que seguir la levada a contracorriente!


En el libro de Rother "Madeira: Las mejores rutas por levadas y montañas (50 excursiones)" se califica como una ruta de dificultad intermedia, no apta para personas que no caminan con seguridad o que tengan vértigo. Como esta ruta no es circular, sino que se va y vuelve por el mismo camino, si en algún momento no os sentís cómodos, dais media vuelta y al coche. Yo padezco vértigo "selectivo", las alturas me imponen, pero siento más angustia subiendo escaleras metálicas en las que veo el vacío bajo mis pies que en plena naturaleza caminando junto a precipicios o acantilados. Ninguna de las rutas de senderismo que hicimos en la isla me provocó ningún síntoma de vértigo.

En general es una ruta sencilla, sin demasiado desnivel y pocas zonas expuestas. La segunda parte del camino tiene tramos bastante estrechos, donde difícilmente caben dos personas en paralelo, ¡no me quiero ni imaginar cómo será en un día de verano en hora punta!


Doblamos un recodo y llegamos al lugar que veníamos buscando, un lugar donde el agua emerge en forma de manantiales por las paredes. El sonido del agua, el intenso verde de la vegetación y el canto de los pinzones, hace de éste un rincón idílico en el que descansar y reponer fuerzas. Nos sentamos sobre una roca y comimos nuestros bocadillos tranquilamente.


Se puede continuar por la levada 10 minutos más, hasta llegar a su nacimiento, en el Valle de la Ribeira dos Cedros, pero nosotros decidimos prescindir de esta parte y retroceder hasta la cascada del Risco. Un espectacular salto de agua nos espera al final del camino.


Todavía hemos guardado algo de energía para recorrer el último tramo afectado hasta el aparcamiento, ¡que ahora es subida! Para que calculéis bien el tiempo para volver antes de que se haga de noche, nosotros tardamos 4 horas a paso más o menos ligero, recorriendo a pie el tramo asfaltado entre el aparcamiento y el refugio de Rabaçal, parando unos minutos para comer un bocata y hacer fotos y enlazando con la levada del Risco.

¡Hoy sí que sí! Que todavía nos da tiempo a descubrir las grutas de São Vicente. Llegamos por los pelos al último pase (8€/pers). ¡A la tercera va la vencida! Acostumbrados a preciosas grutas kársticas con sus estalactitas y estalagmitas como la Gruta de las Maravillas, teníamos ganas de descubrir unas de origen volcánico.

En primer lugar nos conducen al Centro de Vulcanismo, donde encontramos exposiciones con paneles informativos sobre los procesos geológicos, tipos de erupciones volcánicas o la actividad volcánica en el mundo. Nosotros llegamos a tiempo de ver una proyección sobre la riqueza natural de la isla y sus magníficos paisajes.

Simulamos un viaje al centro de la Tierra bajando en un ascensor, donde nos espera una sala audiovisual con una película en 3D que recrea la evolución geológica de las cuevas, la erupción de un volcán y la creación del archipiélago de Madeira.

Las cuevas se originaron a partir de una erupción volcánica, que descendió desde la zona de Paul da Serra hasta el mar. La parte exterior quedó expuesta a temperaturas más bajas y solidificó rápidamente, mientras que en su interior la lava siguió desplazándose formando una serie de tubos de lava que constituyen las cuevas de São Vicente.

La visita guiada a las cuevas dura aproximadamente 30 minutos y se recorren 700 metros de estos túneles de lava. Es muy interesante observar todas las marcas que dejó la actividad volcánica, como por ejemplo las acumulaciones de lava formadas gracias a corrientes de lava lenta.





Después de un día bastante completo, regresamos a Funchal y cenamos en A Trigal, donde mientras esperamos nuestros platos nos invitan a una copita de vino dulce y unas aceitunas (¡sí, fue una invitación de verdad, en la cuenta no nos cobraron nada por ello!). Una ración de pulpo a la brasa y un bacalao con todos los acompañamientos posibles (como nos tienen acostumbrados en Portugal), más bebidas y postre por 32€.

0 comentarios:

Publicar un comentario