11 de julio de 2018

Descubriendo el casco histórico de Cracovia

Muy temprano se empiezan a filtrar los primeros rayos de sol a través de las cortinas. Tanta claridad nos anima a ponernos en marcha para seguir descubriendo la ciudad. Pero, ¿has visto qué hora es? ¡Si son sólo las 6 de la mañana! ¡Una cabezadita más! 

Tras disfrutar de un completo desayuno buffet en el hotel, salimos dirección al parque Planty, ya que desde donde estamos, es el camino más rápido para llegar a la colina de Wawel. Este anillo verde que rodea el casco histórico sigue el antiguo trazado de las murallas medievales de la ciudad, que en el s.XIX se demolieron por su estado de deterioro. Por suerte, todavía podemos ver parte de las fortificaciones, como la puerta de San Florián y la Barbacana.

Dos de los grandes monumentos de Cracovia, el Palacio Real y la Catedral, se alzan majestuosos sobre la colina de Wawel, a la orilla del río Vístula. Aunque se supone que estuvo habitada desde el s.VII, no fue hasta la Alta Edad Media cuando se convirtió en centro político y eclesiástico de la ciudad.


Desde mediados del s.XI, el Palacio fue la residencia de los monarcas de Polonia. A finales del s.XVI, Wawel empezó a perder importancia y el rey se trasladó con su corte a Varsovia. En ese momento, quedó abandonado y fue saqueado, hasta que el ejército austriaco lo convirtió en un cuartel general. En la actualidad se ha restaurado para recuperar su antiguo esplendor.

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Las entradas para cada una de las estancias del castillo se compran de manera independiente, por lo que la visita se puede planificar de muchas maneras y siempre de acuerdo a vuestros gustos. No hay entradas combinadas para las distintas exposiciones.

Nosotros decidimos comprar entradas para las Salas de Estado y los Apartamentos Reales (45PLN/pers, 11€/pers), a las que sólo podréis acceder a la hora que marca la entrada. La cueva del Dragón y la Torre Sandomierska abren a finales de abril. ¡Mecachis! ¿Otra razón más para volver a Cracovia en otra ocasión?

Hay un límite de entradas al día a la venta, por lo que en temporada alta es aconsejable ir a primera hora de la mañana.

En un bonito patio renacentista con galerías porticadas empiezan los recorridos de las exposiciones permanentes. ¡Qué lástima que esté cubierto de andamios!

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Aunque nuestro acceso a las Salas de Estado está marcado a las 10:15, a las 10:00, viendo que hay poco trasiego de visitantes, nos permiten pasar el control de entrada para comenzar la visita libre.

En el interior del palacio no está permitido hacer fotos. En todas las estancias hay vigilantes.

En esta parte del palacio, en la que recorremos la planta baja y el segundo piso, nos encontramos las salas en las que se organizaban celebraciones oficiales y donde los monarcas polacos recibían a emisarios, daban audiencias o dictaban sentencias.

Nos detenemos a observar los detalles de los tapices, de los dinteles labrados en piedra o de los frisos de las salas para poder grabar en nuestra retina los recuerdos de este palacio. Por eso, tardamos casi una hora en recorrer estas estancias. ¡Menos mal que entramos 15 minutos antes!

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Las salas que más llamaron nuestra atención fueron la Sala de los Diputados y la Sala del Senado. En la primera, por el artesonado de su techo, al sentirnos observados por una treintena de cabezas diferentes. En la segunda por la serie de tapices monumentales que representan el Diluvio Universal.

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A las 11:05 teníamos la visita guiada en inglés a los Apartamentos Reales. Durante 50 minutos recorremos la primera planta, en la que se encuentran las cámaras privadas del monarca, su familia, los cortesanos y apartamentos para sus invitados. También podemos ver una reconstrucción del dormitorio y el baño del Presidente de la República de Polonia del s.XX.

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Siguen llamando nuestra atención los tapices de estas salas, ¿sabíais que son los únicos elementos conservados de la decoración original del palacio? Una colección de 136 elaborados en Bruselas, con una grandísima calidad, por encargo del rey Segismundo Augusto. Son los objetos más valiosos de la colección de Wawel.

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Os invitamos a que descubráis con vuestros propios ojos este Palacio Real, ¡las fotos no son fieles a la belleza de sus salas!

Por fin nos acercamos a contemplar el maravilloso "puzzle" de estilos arquitectónicos, la catedral de Wawel. ¡No os dejará indiferentes!


El edificio de estilo gótico que podemos ver actualmente data del s.XIV, aunque la primera iglesia que se construyó en esta colina fue en el s.XI. Durante los siguientes siglos se hicieron ampliaciones y modificaciones incorporando a ésta rasgos de los estilos renacentista y barroco. Ha sido lugar de coronación de los monarcas polacos y también lugar de sepultura de la mayoría de ellos, además de otros personajes ilustres polacos.

La visita a la catedral es gratuita, excepto si queréis conocer su museo, las tumbas reales y la campana de Segismundo. La taquilla está situada enfrente de la puerta de entrada.

Nos sorprenden unos enormes huesos sujetos por una cadena en el acceso a la catedral. ¿Podrían ser los del famoso dragón que habitaba en esta colina? Nada más lejos de la realidad, pertenecieron a animales prehistóricos, una ballena y un mamut.


¡Qué agobio! Hordas de grupos recorren el interior. No quiero ni imaginarme como estará esto en temporada alta... Reconocemos las caras de medio avión de Ryanair e incluso de un compañero del trabajo.

En la nave destaca el baldaquino barroco de mármol negro y bronce, el altar donde descansan las reliquias de San Estanislao, patrón de Polonia, en un ataúd de plata decorado con escenas de su vida y sujetado por ángeles.

Conseguimos pasear por el deambulatorio para descubrir las bellas capillas laterales que se fueron añadiendo a esta catedral.

En el interior de la catedral tampoco está permitido hacer fotos.

La colina de Wawel está ligada a una leyenda, la del famoso dragón que ya hemos mencionado anteriormente. Todos los días salía de su guarida y se dedicaba a matar campesinos y devorar el ganado. El rey Krak, harto de esta situación, ofreció la mano de su hija a quien acabara con él. Un humilde zapatero rellenó un pellejo de cordero con azufre y lo dejó a pies de su cueva. Se lo comió y para apagar su sed bajó al río Vístula. Bebió tanta y tanta agua, que al final, ¡explotó! El zapatero se casó con la princesa y vivieron felices para siempre.

@expedia

Como homenaje, en la salida de su cueva, a las orillas del Vístula, se creó una réplica del dragón echando fuego, ¿no os recuerda al dragón de las mazmorras del castillo de la Bella Durmiente en Disneyland Paris? ¿Encontráis una manera mejor para despedirse de Wawel?

¡Hora de comer! ¿Por qué siempre estaremos pensando en comida? Nos dirigimos hacia Pod Wawelem, a los pies de la colina. No os sintáis intimidados por la báscula a la entrada, ¿saldremos con unos kilos de más?

Nos ofrecen una mesa en su terraza cubierta. Cada vez que pasa una bandeja con comida nos sorprendemos, ¡todo es a lo grande! La espera se nos hace corta, con chucrut y pepinillos. De la carta elegimos pato y bigos (estofado hecho con col y varios tipos de carne). ¡Y de postre una rica tarta de queso! Junto con una botella de agua y medio litro de cerveza por 91PLN (22€)



En algunas calles de Cracovia os encontraréis paneles informativos que proponen distintas rutas "temáticas" por la ciudad. Estamos junto a la calle Grodzka y decidimos hacer una combinación de dos de ellas que tienen varios puntos en común, la Ruta Real y la Ruta Universitaria.

El Camino Real sigue el trazado que en su día recorrieron los monarcas polacos para su coronación, tras haber triunfado en batallas o en su funeral, desde la Puerta de San Florián hasta el Castillo de Wawel. Esta ruta nos muestra gran parte de los atractivos del casco histórico.

En el camino hay paradas obligatorias, como la iglesia de San Pedro y San Pablo, en la que cabe destacar las 12 estatuas que adornan su fachada y que representan a cada uno de los apóstoles.


Aprovechad para entrar en su interior, a pesar de su sencillez, hay detalles interesantes que os pueden sorprender, como las decoraciones de estuco de la bóveda y el órgano.



Casi pegada a ella, encontramos la iglesia románica de San Andrés. En este caso, la austeridad del exterior contrasta con su interior barroco y muy recargado. Apenas echamos un vistazo ya que están en misa. Nos resulta curioso que sea en latín y que que el sacerdote esté de espaldas a los feligreses. ¿Te has fijado en el púlpito con forma de barco?

Enlazamos con la Ruta Universitaria, ¿sabíais que la Universidad Jagellónica es una de las más antiguas de Europa (que sigue en funcionamiento)? Su edificio más antiguo es el Collegium Maius y es hacia nos dirigimos.


Actualmente alberga el Museo de la Universidad, pero aunque vayáis fuera de horario de visitas, merece la pena que os acerquéis a descansar en su precioso patio (de entrada gratuita).



Muchos turistas esperan ver en funcionamiento su famoso reloj mecánico, en el que a determinadas horas del día (creo que por lo menos a las 11h y 13h) hay un desfile de personajes relacionados con la universidad que se mueven al compás de una melodía.


¡Y otra vez nuestros pasos nos llevan hasta la Plaza del Mercado! Sea la hora que sea, siempre está animada, ya que es el principal punto de reunión de locales y turistas. Es una pena que el domingo sea la maratón, por lo que la plaza ya hoy se empieza a llenar de baños portátiles, escenarios y balizas de señalización.

Es el momento de entrar en la Basílica de Santa María. Lo hacemos por la parte de culto, para ver la iglesia en su conjunto. El exterior impide imaginar la gran gama de colores que alegra su interior.


Decidimos ir en busca de la taquilla para poder apreciar de cerca el maravilloso retablo gótico de Veit Stoss dedicado a la Virgen María.

Enfrente de la puerta de entrada para las visitas turísticas está situada la taquilla, donde se compran los tickets para entrar en la basílica y subir a la torre. Tened en cuenta que para subir a la torre hay un límite de entradas a la venta con horario marcado (cada 30 minutos).

Merece la pena pagar los 10PLN (2.5€/pers) para contemplar todos los detalles de este templo. Desde noviembre de 2017, el retablo del altar, una magnífica talla medieval, permanece siempre abierto, ya que está en periodo de restauración.

Se compone de un panel central flanqueado por dos partes móviles y dos fijas. Cuando está cerrado se pueden observar doce escenas de la vida de la Virgen y Jesús, los conocidos como misterios dolorosos. Mientras está abierto, en su parte central se representa la Dormición de la Virgen y en los laterales los misterios gozosos. La obra se culmina con la Coronación de María, acompañada por los patrones de Polonia, San Adalberto y San Estanislao. En su base se encuentra labrado el árbol de Jesé.

Nos quedamos un buen rato sentados absortos ante este altar mayor. Las tallas, que miden casi 3 metros, están esculpidas con gran realismo: su capacidad de expresión (asombro y dolor) y su calidad (los pliegues de la ropa, de la piel e incluso el pelo).


¡Es increíble el gran colorido de la decoración! Parte de la pintura polícroma de las paredes fue realizada durante el s.XIX.


También nos impacta el Cristo crucificado que parece ascender a un cielo lleno de estrellas.


¿Os acordáis de la terraza de la Lonja de los Paños a la que queríamos subir ayer? ¡Pues lo conseguimos! Para acceder al Café Szal, tenéis que entrar por el museo, hacia la izquierda que es donde está el ascensor y subir a la primera planta.

Disfrutamos del ambiente de la plaza, y descansamos del paseo, relajados tomando una cerveza y un smoothie. No es tan caro como os podéis imaginar, 33PLN (8€) con unas buenas vistas.



Después de este receso, continuamos siguiendo los pasos de los antiguos monarcas por la calle Florianska. Una de las calles más transitadas de la ciudad, llena de tiendas, restaurantes, cafeterías y algún que otro Kantor (con cambio abusivo), nos conduce hasta la puerta de San Florián, la tradicional entrada a la ciudad medieval.


Anexo persiste un pequeño tramo de la muralla donde vemos expuestos multitud de lienzos que cubren gran parte de las paredes.


En vez de salir directamente del casco histórico, avanzamos pegados a la muralla y descubrimos este bonito rincón.


La Barbacana era otro elemento defensivo que formaba parte de las fortificaciones, reforzando este tramo de las murallas, y estaba conectado por un pasadizo subterráneo con la puerta de San Florián.



En este momento comenzamos un paseo sin rumbo fijo que nos lleva ante el Teatro Juliusz Slowacki, basado en la obra de Charles Garnier, que diseñó la Ópera de París.



Es muy pronto para ir a cenar, pero tenemos ganas de probar los pierogis de Pierogarnia Krakowiacy, que tiene un horario de cenas restrictivo (sólo hasta las 20h). Llegamos allí a las 19:15, esperamos en la cola 10 minutos y cuando llega nuestro turno nos dicen que no nos pueden atender porque tienen un evento privado y cierran antes. ¡Ouch! ¡Si llevamos aquí ya un rato! Sin embargo, como tenemos ya decidido qué elegir, la camarera nos permite quedarnos, aunque nos limita el tiempo de cena a 20 minutos. ¡Nos da tiempo de sobra! Los pierogis son una especie de raviolis rellenos, salados y dulces. Dos platos de pierogi, una botella de agua y una cerveza por 44PLN (10.5€) ¡Qué rico todo!

Volvemos directamente al hotel. Al día siguiente tenemos que madrugar demasiado para conocer uno de los lugares más sombríos de Europa, Auschwitz.

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